Desde el 3 de octubre del 2017, el día del discurso de Felipe VI sobre el referéndum del 1-O, la Jefatura del Estado y la Generalitat viven en realidades separadas y raramente tangentes. La cena de gala con el que se da el pistoletazo de salida al Mobile World Congress (MWC) es uno de esos puntos en que el Rey y el president comparten espacio y tiempo. Y si recientemente el Rey se dirigió, crípticamente, a los independentistas con unas declaraciones sobre la ley y la democracia, ayer, aseveró, ante la plana mayor del MWC, que España es una «democracia plena» lo que genera «amplias oportunidades», apuntó.

El president Quim Torra evitó el tradicional besamanos, al igual que la alcaldesa Ada Colau, aunque sí se saludó brevemente y sin intercambiar más que eso, un saludo, con Felipe VI. Torra recordó en su discurso a «Puigdemont, que les dio la bienvenida hace dos años» y al resto del Govern que ahora no están ejercicio.

Y es que el acto se celebró en vísperas del inicio de la tercera semana del juicio al procès y justo cuatro días después de que el propio Felipe VI saliera al paso, siempre de manera indirecta y sin citar, de las primeras declaraciones de los políticos independentistas. Con motivo de la clausura del Congreso Mundial del Derecho, en la que el monarca recibió el Premio Mundial de la Paz y la Libertad, Felipe VI aseveró que «no es admisible apelar a una supuesta democracia por encima del derecho, pues sin el respeto a las leyes no existe ni convivencia ni democracid».

Y ayer, bajo la cúpula que rehabilitó Gae Aulenti, Felipe VI recordó («déjenme que les ponga en contexto», fue la introducción) el 40º aniversario de la Constitución y cómo a lo largo de estas décadas España se ha convertido «en una de las 20 democracias plenas reconocidas». Asimismo, aseveró que el país «disfruta de sólidas instituciones, fuerza política y económica» y que atrae a «80 millones de visitantes y a un gran número de inversores que ve múltiples oportunidades en muchos sectores».

Como mandan los cánones, el Rey, en su trilingüe discurso (inglés, castellano y catalán) se deshizo en elogios sobre la ciudad de Barcelona que asumió la organización del MWC «con el pleno apoyo institucional» y que es una de los lugares mejor preparados para el negocio tecnológico.

El principal ausente de la velada fue el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, quien delegó en la ministra de Economía, Nadia Calviño. El suyo fue un discurso muy en la línea de «la tecnología es importante, pero también lo son las personas». Pero con 10 segundos de mensaje a la plana mayor del GSMA, los organizadores del MWC. «España goza de plena separación de poderes, lo que permite que se imponga el imperio de la ley», señaló.

LAS PROTESTAS / El sitio elegido este año para la cena oficial de apertura del MWC, el Museo Nacional de Arte de Cataluña (MNAC) evitó que se repitieran las escenas del año pasado, con manifestantes contrarios a Felipe VI y mossos jugando al ratón y al gato cerca del Palau de la Música.

La policía catalana blindó el MNAC e impidió que el millar de manifestantes convocados por los Comités de Defensa de la República (CDR) y la organización juvenil próxima a la CUP, Arran, pudieran acercarse tan siquiera a la explanada frente al museo. Ante la imposibilidad de hacer llegar su malestar al Monarca por su visita a Barcelona, la protesta se desconvocó minutos antes de las 20 horas, una media hora antes de que pronunciara su discurso el Rey.