ETA ha entregado las armas que mantenía ocultas en suelo galo a las autoridades francesas. En los últimos meses, se ha hecho evidente la labor desarrollada en este país para acoger el desarme, con el respaldo unánime de todas las fuerzas políticas. Y es llamativo el salto dado desde los años 80, cuando Francia era un santuario para los terroristas, que podían atentar en España y regresar a esconderse sin mayores problemas. Desde entonces, los diferentes gobiernos del país vecino han variado sus estrategias, hasta convertirse en aliados en la lucha contra el terrorismo. Su implicación ha estado, sin embargo, condicionada por sus propios intereses, lo que ha propiciado más de un encontronazo con el Ejecutivo español.

Históricamente, la banda ha optado por no perpetrar atentados en suelo francés. Aunque ha considerado a ambos estados "enemigos", y ha acusado a ambos por igual de aplicar una política penitenciaria "de exterminio", en la práctica solo ha atentado en suelo galo en dos ocasiones: en el 2007, cuando asesinó a dos guardias civiles de paisano en Capbreton, y en el 2010, cuando mató a tiros a un policía francés durante un enfrentamiento en Dammarie-lès-Lys, una pequeña localidad a las afueras de París.

Los años más cómodos para ETA en Francia coincidieron con la presidencia de Valery Giscard d'Estaing (1974-1981). Los etarras disfrutaban de asilo político y el Gobierno francés se negaba a conceder sistemáticamente las peticiones de extradición de la justicia española. Hubo que esperar a la presidencia de François Mitterrand(1981-1988 y 1988-1995) para que la cooperación antiterrorista comenzara a funcionar, e incluso, pese a la oposición del Elíseo, un tribunal francés se pronunció a favor de la concesión de extradiciones.

En ese periodo comenzaron a actuar, también principalmente en suelo francés, los GAL (Grupos Antiterroristas de Liberación), que cometieron cerca de 40 atentados y asesinaron a 26 personas. Coincidieron en el tiempo con otro grupo terrorista nacido en Francia en 1972, Iparretarrak ('los del Norte', en euskera), que cometió varios asesinatos y múltiples atentados con bomba. Perpetró su último ataque en el 2000, si bien no ha realizado oficialmente ninguna declaración de disolución.

LA COLABORACIÓN INTERESADA DE PARÍS

La colaboración de Francia durante los años 80 tuvo muchos claroscuros. Las desarticulaciones de comandos eran puntuales, para desesperación de las Fuerzas de Seguridad españolas, que conocían, gracias a agentes infiltrados, la libertad de movimientos con la que actuaban los terroristas en el País Vasco francés. No faltaron las acusaciones de que Francia condicionaba las operaciones antiterroristas a la compra de equipamientos, como trenes de alta velocidad. El entonces presidente del PNV, Xabier Arzalluz, afirmó públicamente que la Policía gala detenía etarras a cambio de que España comprara aviones Mirage.

También Jacques Chirac (1995-2002 y 2002-2007) condicionó la cooperación policial a otros intereses, hasta que la llegada al poder deNicolas Sarkozy, en el 2007, relanzó definitivamente la colaboración antiterrorista. Fue clave en el cerco final a la banda, por fin con plena sintonía con España. Y, de hecho, los presos que cumplen condena en Francia también han sido enviados a cárceles muy alejadas de sus localidades natales.

APOYO SOCIAL 'A LA CAUSA VASCA' EN FRANCIA

Sin embargo, durante muchos años la sociedad francesa ha mantenido una visión particular del conflicto vasco, alejada de la opinión generalizada en España. Las décadas en las que los miembros de ETA eran considerados "refugiados políticos" seguían pesando en muchos ámbitos, incluidos el político y el judicial. Así, mientras la Ley de Partidos supuso la ilegalización de la izquierda aberzale en España, y se aplicaba la consigna "todo es ETA", Batasuna era perfectamente legal en Francia, y sus dirigentes podían dar ruedas de prensa a 20 minutos de San Sebastián.

En este contexto cabe ubicar los movimientos que se han producido en los últimos años en el País Vasco francés para desbloquear el desmantelamiento de los arsenales, toda vez que los gobiernos español y galo se han negado a buscar una fórmula dialogada con la banda para realizar la entrega de forma segura y con verificadores internacionales.

El pasado mes de octubre, el expresidente de la Liga de Derechos Humanos de Francia, Michel Tubiana; el sindicalista y ecologistaJean-Nöel Etcheverry y el activista por el medio ambiente Michel Berhocoirigoin hicieron llegar una carta a ETA en la que se ofrecieron como representantes de la sociedad civil para colaborar en la entrega de las armas. La banda aceptó su ofrecimiento con una condición: que el procedimiento que eligieran impidiera que se realizara una lectura del desarme en términos de "vencedores y vencidos".

'ARTESANOS DE LA PAZ'

La labor de estos mediadores civiles, denominados 'artesanos de la paz', se vio obstaculizada con el arresto, el pasado diciembre, de cinco personas, entre ellas Etcheverry y Berhocoirigoin, cuando se disponían a inutilizar armas entregadas por ETA. Quedaron en libertad poco después, pero la justicia francesa dejó claro que no iba a aceptar la manipulación del armamento antes de su entrega. También sirvió de revulsivo, ya que todas las fuerzas políticas francesas, excepto elFrente Nacional, mostraron su disposición a respaldar un proceso de desarme.

Con la fórmula utilizada, ETA ha encontrado la forma de llevara a cabo el desarme de forma unilateral e incondicional. Y con verificación internacional, de la que se encargará la Comisión Internacional de Verificación liderada por Ram Manikkalingam. Quedará pendiente la investigación policial de las armas, en la que volverán a colaborar España y Francia.