El cabecilla de la trama Gürtel, Francisco Correa, cumplió su palabra y accedió a declarar ante el tribunal que juzga los amaños de la red corrupta para enriquecerse con la visita que el Papa hizo a Valencia en el 2006. Debía tener ganas, porque se jactó de que cuando lo hizo en el juicio de la primera época de la Gürtel hubo «un cambio de gobierno», en referencia a la moción de censura que acabó con Mariano Rajoy, y acabó hablando de la cuenta Soleado, en Suiza, de cuya gestión se ocupaba Arturo Fasana, y por la que, dijo, pasaba el dinero de «las grandes fortunas de este país, incluida la del rey de España», en referencia a Juan Carlos I.

Aunque la existencia de esta cuenta se conocía, esta ha sido la primera vez que Correa ha incluido con rotundidad al rey emérito. Solo paró cuando el presidente del tribunal, José Antonio Mora, le pidió que no diera nombres, que no aludiera a «un jefe del Estado», que «no podía defenderse» por no estar presente, y que se centrara en lo que se juzga.

Para entonces ya había explicado que él tenía en Suiza y en Mónaco «un dinero no declarado en España». Su asesor fiscal, Ramón Blanco Balín, le presentó a Fasana y al abogado Dante Canónica -a los ahora ve mucho «en televisión por el asunto del rey emérito», dijo- y le «abren una cuenta en el Credit Suisse», sobre la que advierten que no pregunte, porque no le podrán responder. «Es Soleado y por ahí están pasando las grandes fortunas de este país, incluido el rey», añadió.

En su opinión, Fasana, que acaba de ser exonerado de la última pieza del caso Gürtel, debería haber sido enviado a prisión hasta identificar a los propietarios de ese dinero, como se hizo con él. Es «gente que vemos todos los días en televisión, con mucho más dinero que yo y yo estoy en la cárcel y ellos en libertad», se lamentó, porque lleva siete años sin ver a su hija y oyendo que la justicia es igual para todos.

Tanta verborrea contrastó con la del expresidente de Las Cortes Valencianas Juan Cotino, que negó haber tenido participación en las adjudicaciones de la visita del Papa. Del tribunal se despidió hasta el turno de última palabra con un «si el coronavirus nos deja, aquí estaremos».

Antes que él, Correa, ya recuperado de los dolores que el jueves llevaron a suspender el juicio por la hernia que padece, se había presentado como un empresario modélico, como ya hizo en la vista de la primera época de la Gürtel. Sostuvo que él no conocía a nadie en el PP, pero logró introducirse, «de la misma manera que en las 500 empresas internacionales» para las que trabajaba, tras un año de esperar a que el extesorero Luis Bárcenas le recibiera.

Insistió en que eso ocurrió por sus presupuestos competitivos. En ellos enmarcó sus palabras sobre los millones que le había dado al PP, grabadas por el arrepentido José Luis Peñas, con su «hija sentada sobre sus rodillas», que es lo que más le duele.