Un helicóptero militar aterrizó ayer por la mañana en el Valle de los Caídos, en el marco de los preparativos que ejecutivos del área de protocolo de Presidencia del Gobierno y de Patrimonio Nacional están llevando a cabo cara a la inminente exhumación y el traslado de los restos de Francisco Franco.

La aeronave era un Eurocopter Cougar con gran capacidad de carga, perteneciente a la Fuerza Aérea, y había partido de la base que el Ejército del Aire tiene en Torrejón. Apareció pasadas las diez sobre los apretados pinares de Cuelgamuros y permaneció estacionada muy brevemente en el lugar. Previamente, los alrededores de la basílica fueron desalojados de personal civil por los guardias del operativo que vigila el Valle de los Caídos.

El piloto eligió para aterrizar una de las explanadas laterales que se abren a las puertas del templo de la Santa Cruz, donde pasa sus últimos días el cuerpo del dictador, y no la escenográfica gran explanada central, el espacio que el féretro de Franco cruzó con un enorme séquito el 23 de noviembre de 1975. El motivo de la elección de este emplazamiento, según fuentes cercanas al dispositivo, tiene que ver con la seguridad y la previsible presencia de medios de comunicación cuando finalmente se lleve a cabo el traslado.

OPCIÓN PREFERIDA / El uso del helicóptero durante la jornada de ayer confirma que esa es la opción elegida definitivamente por el Gobierno de Pedro Sánchez para llevar a cabo el traslado, si bien las mismas fuentes del dispositivo advierten de que no es la única: si la meteorología -muy variable en otoño en esta montaña de 1.785 metros de altitud máxima- u otra razón sobrevenida no permite el transporte aéreo, los restos de Franco viajarán los 55 kilómetros que separan el Valle de los Caídos del cementerio de Mingorrubio en un coche fúnebre.

Y ese vehículo está también elegido y preparado. Se trata de un vehículo adaptado, con rieles para deslizar fluidamente la carga a su interior y apertura por un amplio portón trasero. De hecho, ayer se previó su uso en la explanada de la basílica para trasladar el féretro extraído del templo hasta el helicóptero, un recorrido de apenas 300 metros.

La coreografía que montan estos días los técnicos de Patrimonio Nacional y Presidencia del Gobierno se inclina por reducir al mínimo la exposición del féretro a los ojos del público, contra los deseos de los Franco, que exigían honores militares durante la operación y que se cubriera con una bandera. Los nietos del dictador, por cierto, han sido informados de la confirmación de la vía aérea para el traslado, si bien sigue guardándose en secreto el momento exacto, aunque probablemente será el lunes.

Como dijo la vicepresidenta del Gobierno, Carmen Calvo, al término del Consejo de Ministros de la semana pasada, «no habrá espectáculo», lo cual no significa, según fuentes cercanas al dispositivo, que no se aproveche este complicado hito funerario -puede que, por sus tensas implicaciones políticas e ideológicas, el más complejo traslado de huesos de un mandatario en España desde la larga ruta del féretro de Felipe el Hermoso- para hacer didáctica pública de la desfranquización del Valle de los Caídos.

REALIZADORES DE TVE / Y para ello se tiran cables. El aterrizaje del helicóptero es parte de los preparativos que se están llevando a cabo, cada vez con más intensidad, en la zona para la exbumación. Una docena de guardias civiles integrantes del dispositivo de seguridad se reunieron en la basílica, examinaron el edificio y el en principio corto trayecto que realizará el féretro de Franco desde su actual tumba hasta la aeronave.

Los trabajos de preparación continúan también en otras áreas. Un grupo de realizadores de TVE han visitado también el lugar para observar al detalle las distintas perspectivas que ofrece el gran escenario y valorar todos los posibles emplazamientos de las cámaras. Que no quiera convertirse en espectáculo no significa no dejar constancia.

Mientras, han avanzado las faenas de mejora de las deficientes comunicaciones del risco de Cuelgamuros, en plena Sierra del Guadarrama, y la limpieza de todos los alrededores del lugar que acogerá, 44 años después, otra fúnebre escena histórica.