L a Moncloa ve el camino del diálogo con Cs mucho más despejado que el de ERC. Mientras los naranjas muestran su disposición a pactar con el Gobierno, eliminando algunas condiciones que habían planteado, los republicanos, en pleno clima preelectoral en Cataluña, aumentan sus críticas y profundizan su alejamiento de Pedro Sánchez. «ERC está muy nerviosa», señalan fuentes del Ejecutivo. Ante ese «nerviosismo», el Ejecutivo estrecha sus lazos con los liberales, pero sin renunciar a ERC, a quien seguirá tentando, dentro de un escenario político donde el presidente ha tenido dos buenas noticias en las últimas semanas: el pacto europeo para los fondos de reconstrucción (140.000 millones irán a parar a España, divididos entre transferencias y préstamos) y la moción de censura anunciada por Vox, que divide a la derecha y puede ayudar a cimentar de nuevo el bloque de la investidura.

Algunas reuniones se mantienen; otras no. A principios de junio, cuando tuvo lugar su primera cita oficial con Cs, que venía de apoyar las prórrogas del estado de alarma, el Gobierno dijo que celebraría otro encuentro con los liberales antes de las vacaciones, y que también convocaría la mesa de diálogo sobre Cataluña, pactada con ERC. Sin embargo, mientras la primera reunión se va a celebrar, la segunda no, con el Govern acusando al Ejecutivo de no querer buscar el diálogo y este señalando que si la mesa no se reúne es porque JxCat y ERC no se ponen de acuerdo.

La posibilidad de sumar al partido de Inés Arrimadas a las cuentas provoca tensión en el Gobierno. Unidas Podemos, socio de coalición con el PSOE, está en contra. Iglesias señaló a finales del mes pasado que los naranjas eran «incompatibles» con su proyecto. Una parte de los socialistas también considera que el apoyo traería más problemas que soluciones, porque provocaría fricciones con Podemos y alejaría al PNV, el verdadero socio preferente del Ejecutivo, y también a formaciones de izquierdas como Más País, Compromís y BNG. Pero el entorno de Sánchez y Nadia Calviño, vicepresidenta económica, prefieren a Cs frente a ERC. Sobre todo con las catalanas acercándose, pese a que no tienen fecha, y los republicanos, que van por delante de JxCat en las encuestas, afilando sus críticas a Sánchez.

Gabriel Rufián, líder de ERC en el Congreso, lo reconoció el sábado. «Ya no somos tan imprescindibles», dijo a Europa Press el republicano, que pide al Gobierno que ponga sobre la mesa una «contrapartida» ante el conflicto catalán y lleve a cabo algún «gesto» con los presos del procés, a quienes la Justicia revocó la semilibertad.

Pero eso no significa que Sánchez haya renunciado a que los republicanos apoyen o se abstengan en los Presupuestos. El presidente continuará intentándolo y les llamará a la negociación, explican en su entorno. «Todo es posible», añaden las mismas fuentes. Los fondos europeos, que permitirán aprobar políticas sociales, y la moción de censura anunciada por Vox ayudan a este objetivo.

Si el partido ultra activa este drástico instrumento, el bloque de la investidura volverá a unirse en su rechazo. Y la iniciativa de Vox plasmará al mismo tiempo la división de la derecha. Hará que Cs intensifique su acercamiento al Ejecutivo, mientras el PP ya ha dejado claro que no piensa apoyarla. La moción de censura «se ganará en las próximas urnas», dijo ayer el portavoz del PP en el Senado, Javier Maroto, que acusó a Santiago Abascal, líder de la formación ultraderecha, de tener «un problema con la calculadora», al obviar que no hay en el Congreso una mayoría alternativa a la de Sánchez. Y esa es la imagen que saldrá del Congreso: un Gobierno con apoyos suficientes, que intentará aguantar 4 años, con ERC, con Cs o con ambos a la vez. H