Sensación de vértigo en la Moncloa ante lo que pueda pasar el miércoles en el Congreso de los Diputados. La tesis del Gobierno sigue siendo que el PP no llegará a votar en contra de la prórroga de otros 15 días del estado de alarma, sino que optará por la abstención. Pero no quiere dejar ningún cabo suelto, así que en los últimos días ha iniciado negociaciones con el PNV, Cs y ERC. Con nacionalistas vascos y liberales, para que apoyen. Con los republicanos, para que abandonen su rechazo, anunciado el pasado lunes, y se abstengan.

Si Pablo Casado finalmente votase 'no', sumando sus 88 diputados a los de Vox, ERC, JxCat y la CUP, el bloque del rechazo sumaría 164 actas. El aval a la prórroga solo tiene asegurado los 155 apoyos de la coalición del PSOE y Unidas Podemos, por lo que el Ejecutivo, a pesar de apostar porque los populares se abstendrán, quiere tener atado el apoyo del PNV (6 escaños) y de Cs (10).

Las conversaciones del Ejecutivo con el PNV son muy fluidas, y suelen acabar en acuerdo, como ocurrió en la investidura de Pedro Sánchez. Ahora se trata de aceptar que las autonomías tengan más margen de actuación en esta nueva fase, ya centrada en la desescalada ante el descenso de muertes y contagios. Con Cs, los vínculos son menos estrechos, pero han mejorado en los últimos tiempos, a raíz del cambio de discurso del partido de Inés Arrimadas, que ha suavizado su tono con el Gobierno desde que estalló la crisis del coronavirus. Los naranjas piden más garantías de cuándo acabará la alarma, una mayor participación en las decisiones (todos los partidos se quejan de la unilateralidad con la que actúa la coalición de socialistas y morados) y desligar las ayudas sociales aprobadas del propio decreto de alarma, para que el Gobierno no pueda presionar a la oposición con su desaparición si no apoyan las prórrogas. El Ejecutivo está dispuesto a atender algunas de las reivindicaciones de ambos partidos.

Llamadas telefónicas

El pasado lunes, Sánchez habló primero con Casado, durante una conversación en la que el líder del PP le dijo que no iba a "apoyar" (sin aclarar si votaría en contra o se abstendría) y el presidente le avisó que sin la prórroga, España se sumiría en el "caos", un mensaje que después repitió el Gobierno en rueda de prensa.

Los populares consideran que la nueva fase se puede regular a través de las leyes sanitarias. El Ejecutivo, en cambio, insiste en que eso es inviable, porque serían las autonomías quienes tendrían el mando, y su capacidad para impedir los desplazamientos (tanto de una comunidad a otra como dentro de cada territorio) resulta escasa. La Moncloa, asimismo, argumenta que si la prórroga no sale adelante, se enviaría un mal mensaje a la UE y complicaría la capacidad de España de defender sus reivindicaciones ante los socios comunitarios. "El estado de alarma es imprescindible", ha dicho este martes, tras el Consejo de Ministros, Salvador Illa, titular de Sanidad. Illa ha recordado que otros países especialmente afectados por la pandemia, como Italia, Francia y EEUU, han aprobado "instrumentos similares o idénticos". Pero sus palabras han sido mucho más suaves que el del día anterior, cuando el ministro acusó al PP de sembrar el "caos" si rechazaba la prórroga.

Ambas visiones sobre la necesidad de prorrogar o no la alarma se han plasmado este martes en el Senado, donde Sánchez ha participado en la sesión de control al Gobierno. "El estado de alarma es una herramienta que es útil mientras no haya una herramienta alternativa, pero creemos que existe esa herramienta. Seguir prorrogándolo 'sine die' es una herramienta para protegerle a usted, que está atrapado", le ha dicho el portavoz del PP en la Cámara alta, Javier Maroto. El presidente le ha contestado que el confinamiento, la restricción de la movilidad, está "frenando" los contagios y que una medida tan drástica como esa no se puede aplicar si no es con la alarma. El jefe del Ejecutivo ha aprovechado su intervención para pedir al PP y a Cs su apoyo.

Tras hablar con Casado, Sánchez contactó el lunes con Arrimadas para abordar las condiciones de Cs para votar a favor. La Moncloa se muestra optimista sobre las posibilidades de que los liberales apoyen, algo que bastaría para sacar adelante la prórroga si el PNV finalmente se abstuviera. Pero el esfuerzo negociador no se circunscribe al jefe del Ejecutivo. La vicepresidenta primera, Carmen Calvo, y la portavoz del PSOE en el Congreso, Adriana Lastra, también han mantenido contactos con los nacionalistas vascos y ERC. Los republicanos, de momento, se mantienen en el 'no', una posición que el Gobierno atribuye a la proximidad de las elecciones catalanas (aún sin fecha) y a su pugna con JxCat. Los posconvergentes ya votaron en contra de la anterior extensión de la alarma, el pasado 22 de abril, mientras que ERC se abstuvo.

Los barones del PP

Calvo, al mismo tiempo, ha telefoneado al presidente de la Xunta de Galicia, Alberto Núñez Feijoo, que se ha desligado en parte de la versión oficial de su partido, el PP, que rechaza la prórroga. "Todas las medidas pueden adoptarse sin prorrogar 'sine die' el estado de alarma, por lo que el Gobierno debe tener plan B (o C, de Constitución) ha tuiteado Feijóo-. Otra cosa es que el Gobierno necesite más tiempo para organizarse y eso es más entendible que las razones expuestas públicamente hasta ahora".

También se ha movido la presidenta de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, hasta ahora la mandataria autonómica más crítica con Sánchez. Ayuso, en declaraciones a Esradio, ha defendido que conviene acabar con el estado de alarma y reactivar la economía "lo antes posible", pero también ha sugerido darle como mucho "los últimos 15 días" para que la vuelta a la nueva normalidad se produzca "con las mejores garantías".

Pero la coalición del PSOE y Unidas Podemos quiere prolongar las extraordinarias medidas de confinamientos frente al virus en al menos otras dos ocasiones. El Gobierno teme que el calvario negociador vaya a más.