Explica el Gobierno que el independentismo ha ido desapareciendo de la inquietud internacional, que la inflamación por el 1-O se ha ido deshinchando, y que en la visita de Pedro Sánchez a Nueva York esta semana han constatado que ha dejado de ser una preocupación para el resto de mandatarios. «Ya nadie pregunta por Cataluña. Lo ven ahora como un asunto doméstico», aseguran fuentes del Ejecutivo. Sin embargo, la cuestión catalana sigue colándose en la agenda del presidente.

En campaña electoral, ante la incertidumbre de la respuesta que pueda haber a la sentencia del procés y tras escuchar el órdago de Quim Torra, Sánchez le respondió en un tono duro este miércoles. Desde la sede de las Naciones Unidas, en rueda de prensa, urgió al president a que denuncie cualquier relación del independentismo con la violencia en lugar de defender que la detención de nueve miembros de los CDR es una oscura operación política y mediática.

APELACIÓN DIRECTA / «El señor Torra lo tiene bien sencillo: que condene cualquier acción violenta por parte de cualquier grupo vinculado al independentismo», apeló una y otra vez. «Si no quiere que haya ningún tipo de duda y ningún tipo de vínculo del independentismo con una acción violenta, lo que tiene que hacer es condenar cualquier hipótesis de que eso se pueda producir», sentenció, y rechazó de plano el relato que las detenciones sean una conspiración o un montaje del Estado contra el separatismo: «Torra tiene dificultades para entender cómo funciona el Estado de derecho».

El presidente lanzó su mensaje al dirigente catalán en respuesta a preguntas de periodistas españoles, pero eludió contestar, quizá, la más controvertida. ¿Qué información tiene el Gobierno sobre la respuesta que pueda haber en Cataluña a la sentencia del procés? ¿Tiene datos la Moncloa para pensar que habrá actos violentos? ¿Cuál es el grado de preocupación en el Ejecutivo sobre esa eventualidad? Mutismo.

Pedro Sánchez fue firme, en línea con el tono más endurecido contra el independentismo que viene mostrando en septiembre, pero evitó comprometer información tan sensible. A la postre, Torra guarda sus cartas al no desvelar qué respuesta habrá. Y Sánchez guarda la suyas al no contar de qué información dispone.

El discurso del presidente en funciones, que en España es el habitual en los lideres del centro izquierda, logra adhesiones en un EEUU acostumbrado a oír cosas muy diferente de su presidente. Sánchez recibió ayer una gran ovación cuando dijo, con Bill y Melinda Gates -fundadores del imperio Microsoft y ahora grandes financiadores de proyectos de cooperación en el tercer mundo- que él es un “presidente feminista». En las entrevistas en distintos medios internacionales que ha hecho estos días también se ha encontrado un ambiente favorable.

DIVISIÓN MORADA / Pero aun con un océano de por medio, la ley de la casualidad quiso que el presidente atendiera a la rueda de prensa en Nueva York mientras Íñigo Errejón confirmaba en Madrid que se presentará al 10-N con la marca Más País. No tiene demasiado claro el gabinete presidencial qué tipo de relación con el expodemista sería más fructífera de cara a las elecciones. Así que de momento, tanteo y ocasión para debilitar a Pablo Iglesias. Sánchez plantea la irrupción de Errejón como una fractura de los morados. «Yo creo que somos testigos y asistimos a una recomposición del espacio político que representó en el pasado Unidas Podemos y sus confluencias. Lo vemos desde el PSOE con cierta distancia, con respeto, sin voluntad de inmiscurinos en asuntos internos de otras fuerzas política», zanjó.