El expresidente Felipe González disparó sus dardos este lunes a un lado y a otro, e incluso veladamente al propio PSOE, en una conferencia en la Asociación Valenciana de Empresarios pero quiso acabar su intervención cuestionando la necesidad de que el vicepresidente Pablo Iglesias tenga un sitio en la comisión delegada del Gobierno para asuntos de inteligencia.

Me sorprende que, preocupado el vicepresidente, digo él porque solo hay uno, por sus dos ámbitos de competencia, que es lo social y la agenda 2030, quiera estar en la única comisión delegada que no se ocupa de eso, que es la del servicio de inteligencia. Me está costando ver la relación entre la comisión del CNI y la Agenda 2030, ha confesado.

Seguro que tienen relación la Agenda 2030 y la comisión de inteligencia pero quiero que me lo expliquen, ha añadido.

El expresidente socialista también ha dicho que quiere que me expliquen los del PP, por qué ha de cambiarse la ley antes de renovar el CGPJ. Primero hay que renovarlo y después cambiarla porque si no todas las reformas serán ad personam (para la persona), incluso las del Código Penal, ha deslizado.

Incluso, ante un eventual mal resultado de la negociación de los presupuestos de la UE, ha advertido al Gobierno de Pedro Sánchez de la tentación de venderlo como una imposición "de Bruselas".

CONSENSOS Y AUTORITARISMOS

González ha reclamado también consensos a los grandes partidos porque los gobiernos de escasas minorías, de apoyos externos que son oportunistas por describirlos de manera suave, tienen que saber que el país no sólo necesita superar algunos cuestiones institucionales sino reformas estructurales que no se pueden hacer con estas extrañas geometrías variables.

Ha reclamado otros 25 ó 30 años de previsibilidad, en los que nadie tenga toda la razón y ha defendido los acuerdos logrados en la transición que los hicieron posibles, con elogio incluido al PCE. Fueron los primeros dispuestos a firmar sin discutir sólo por generar un clima de confianza, ha recordado.

Ha defendido que pueden hacer cambios que mejoren la Constitución pero sin saltarse las reglas del juego porque si lo hacen unos lo harán otros por la otra parte y ha asegurado que él no reparte carnets de constitucionalista aunque estaba en la sala de máquinas en aquella época. Si es posible mejorarlo, que se mejore, pero que no se menosprecie, ha reclamado.

Ha dicho que sólo es radical en la necesidad de renunciar a posiciones irredentistas y que lo es por egoísmo. Si ganan los autoritarios de izquierdas seré el social-traidor que habrá que eliminar y si ganan los otros el 'cripto-comunista' al que haya que eliminar. El autoritarismos de izquierda y de derecha me repugna de la misma manera y siempre estaré enfrente, ha afirmado.

BRUSELAS SOMOS NOSOTROS

El expresidente ha insistido en la necesidad de revitalizar el proyecto europeo y ha cargado también contra quienes se excusan en las decisiones de la UE. Me da vergüenza oír a los políticos decir es que eso lo impone Bruselas. Bruselas somos nosotros, otra cosa es que tengamos más o menos capacidad de influir, ha apuntado hablando de la actual negociación del presupuesto y de la PAC.

Además, ante un auditorio de más de cien empresarios, a los ha saludado diciendo que el neoliberalismo es el conservadurismo del s.XIX, ha puesto como ejemplo la crisis que vive Chile para insistir en la importancia de la redistribución pero también de la competitividad, en lo que parecía una referencia a las subidas del SMI.

SMI Y VENEZUELA

Hay que crecer y resditribuir, no crecer y esperar a la redistribución. Hay que reformar la dignidad del trabajo de todos, y eso pasa no sólo por defender el aumento de los ingresos salariales sino por preocuparse por la productividad de persona ocupada y hora de trabajo. Son dos pasos, productividad y competitividad, sino no puede funcionar de manera sostenible la redistribución del ingresos, ha señalado.

Las reformas que haya que hacer para intentar corregir los modelos de residtribucioin de los ingresos, de las relaciones industriales y laborales, hay que hacerlas pensando en el futuro no pensando en que volviendo a los 80 vamos a resolver los problemas de 2030, ha advertido, tras recordar que donde el empleo no lo ponen los empleadores ha conducido en enormes fracasos, lo vemos en Venezuela.