Muchos en el soberanismo lo admiten en privado, pocos lo reconocen en público: el independentismo no logró todos sus objetivos el 27-S y de ahí cuelga toda la inestabilidad posterior y las carambolas políticas que se han producido y que han mostrado su extrema inestabilidad. Hasta el punto de que solo cinco meses después de la investidura 'in extremis' de Carles Puigdemont gracias a la CUP, el Govern es incapaz de aprobar sus primeros presupuestos, ha declarado la guerra a su aliado -la CUP- y anuncia ya una cuestión de confianza con una nueva hoja de ruta bajo la amenaza cierta de ir de nuevo a unas elecciones, las cuartas en seis años, si sale de nuevo derrotado.

Puigdemont sabía desde el minuto cero que no sería una navegación fácil. Conoce bien a los anticapitalistas. Una semana después de ser investido admitía en TV-3 que no tenía para nada garantizados los presupuestos e incluso le quitaba hierro a esta posibilidad: no sería "terrible" prorrogar los vigentes, dijo, cosa que contrasta con las "gravísimas" consecuencias del veto, según ha denunciado el 'conseller' de Economía y vicepresidente, Oriol Junqueras. Un Junqueras que ha hallado en el Parlament el reproche de socialistas y de Catalunya Sí que es Pot, por no haber llamado a su puerta a negociar nada.

Pero la clave era la CUP y pese a implicarse personalmente en el último tramo de la negociación junto al 'cupaire' Benet Salellas, Puigdemont ha hallado este miércoles en el Parlament un portazo contundente de los anticapitalistas. Eulàlia Reguant acusó al Govern de "taparse vergüenzas con una actitud temerosa ante el Estado y sumisa ante la austeridad” pero aseguraba que no se rompía el pacto sino que "mutaba".

Ciertamente, en la tortuosa negociacion previa, CDC y su candidato a las generales, Francesc Homs, ha dedicado "carícias" a la CUP incluso desde antes de que anunciaran la enmienda a la totalidad de los anticapitalistas. "Son unos desgraciados, se han meado en todo desde el primer día, es algo ignominioso", son algunas de las expresiones menos duras que se oían este mércoles en el Parlament que la bancada convergente dedicó a los cuperos.

"O LO TOMAS O LO DEJAS"

Con todo, esta derrota es leída incluso en el Govern en términos de oportunidad, o de excusa, para replantaer todo el camino soberanista. Por ello, Puigdemont ha proclamado en su contundente intervención de anuncio de la cuestión de confianza: "Reitero el compromiso solemne de fidelidad al Parlament y al pueblo de Catalunya. El compromiso de llevar al país a las puertas de la independencia, sin embargo estos compromisos requieren nuevas condiciones".

¿Cuáles seran estas condiciones? Lo decidirán ahora CDC y ERC que tras el pleno lucían, puertas adentro, una cohesión insólita. Atrás quedaban, pero siempre prestos a aparecer, los recelos de Esquerra de los planes convergentes y las críticas de CDC a la gestión que Junqueras ha llevado a cabo de la negociacón presupustaria. Y no faltan en Convergència quienes querrán poner plazos más largos y vías más prudentes al tren independentista. A la manera convergente. Con la cuestión de confianza, de entrada, Puigdemont logra salvar la cara de una jornada dolorosísima. Y gana tiempo. Mientras, los dos principales actores independentistas medirán fuerzas en las elecciones generales, en las que ERC tratará de captar votos 'cupaires' jugando a la equidistancia y el convergente Francesc Homs se define en oposicíón a la CUP y lanza propuestas tan tíbias como una comisión en el Congreso para estudiar la cuestión catalana.

Otros factores clave: en España habrá previsiblemente nuevo Gobierno. Y CDC celebrará su congreso de refundación para tratar de reflotarse. Solo después llegará la cuestión de confianza, en la que el Govern lanzará a la CUP un "lo tomas o lo dejas" sin negociación previa. Si Puigdemont es avalado, seguirá adelante desvinculado de las ataduras 'cupaires'. Necesita más votos a favor que en contra y presentará un programa que incluirá el apoyo a los próximos presupuestos. Un todo o nada, resumen en el Govern. Si pierde, podrá ir a elecciones ("no tengo interés en alargar innecesariamente el mandato" ha proclamado este miércoles) acusando a los anticapitalistas de haber causado todas las plagas bíblicas, com hizo ayer reprochándoles falta de "proporción, lógica y lealtad".

Nadie descarta pues nuevas elecciones al final de este nuevo desafío -o patada hacia adelante- en forma de cuestión de confianza. Y en ERC ya se asume que CDC volverá a la carga, sea cuando sean las elecciones, con lo de repetir Junts pel Sí. Definitivamente, el proceso ha implosionado.