La expectación despertada por la declaración voluntaria del principal imputado del 'caso Púnica', Francisco Granados, se ha visto defraudada. El exsecretario general del PP de Madrid se ha limitado a negar las acusaciones de su socio, el constructor David Marjaliza, cuando decidió tirar de la manta y definirse como "defensor del interés público".

El juez Eloy Velasco se interesó por dos puntos clave, los únicos que en virtud de su respuesta podrían suponer modificar su situación de prisión: la agenda que se intervino en su domicilio con la supuesta financiación ilegal del PP de Madrid y dónde oculta el dinero en el extranjero.

Granados, seguro de sí mismo y en un tono de "amabilidad calculada", propia de "cursos de hablar en público", según la ha definido uno de los asistentes, negó la mayor. Dijo que la agenda en la que se reflejaban ingresos de dos millones de euros, de los que 1,4 serían para el PP -una vez descontada la parte que se reservaba para sí- no es tal, sino que se refiere a asistentes a actos del partido. De las siglas sólo admitió que una de ellas correspondía a Beltrán Gutiérrez, exgerente del PP de Madrid.

A la llegada al juzgado, su abogado, Carlos García de Ceca, ya había mandado un mensaje de tranquilidad para quien quisiera oírlo. Anunció que el exsecretario general del PP madrileño "no tiraría de la manta", porque eso sería "destapar a otro". Ante el juez, Granados elogió a la que fue su jefa en la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, de la que dijo que se encargaba de organizar los actos del partido.

Y en cuanto al dinero admitió la propiedad del millón de euros hallado en el altillo de sus suegros. Lo atribuyó "a la devolución que le había hecho el otro", en referencia a Marjaliza, al repatriar el dinero enSuiza.