La campaña electoral ya había dejado momentos estelares y eldebate de investidura prometía. La incorporación de dos nuevas formaciones políticas, Podemos y Ciudadanos, la 'cuestión catalana' sobre la mesa, un pacto que no sumaba y el rechazo de Rajoy a la propuesta del Rey de presentarse a la investidura auguraban una jornada interesante.

El debate no defraudó, y la realidad superó con creces las apuestas políticas. La sesión estuvo marcada por las recriminaciones y lasdescalificaciones, pero también dejó escenas pasionales. Mientras Pedro Sánchez y Albert Rivera intercambiaban tiernas miradas, Mariano Rajoy observaba la escena con recelo. Pablo Iglesias, por su parte, repartía cariño entre los suyos, pero evidenciaba la relación de amor-odio que mantenía con el secretario general del PSOE.

"ES TIEMPO DE CAMBIO Y DIÁLOGO"

Con un acuerdo insuficiente, el secretario general del PSOE aprovechó el debate de investidura para enaltecer la actuación de su partido, que había aceptado el encargo del Rey de acudir a la investidura -después de la negativa de Rajoy- y había conseguido negociar con Podemos y Ciudadanos, pese a que finalmente la formación de Iglesias quedó fuera del tablero político. En elCongreso, Pedro Sánchez presentó un discurso pausado, que apelaba al diálogo y al acuerdo. Un acuerdo en el que no se contemplaba al PP, a quien recriminó las medidas adoptadas durantecuatro años de mayoría absoluta.

EL CONTUNDENTE DISCURSO DE RAJOY

Mariano Rajoy, por su parte, sorprendió a los presentes con undiscurso tajante, descalificador e irónico en el que desautorizó la propuesta de Sánchez e, incluso, a su propia persona. Le recriminó haber estado "improvisando un programa", tejiendo una "candidatura ficticia" y trayendo a debate "un fraude".

PABLO IGLESIAS, AGRIDULCE

La intervención del líder de Podemos tuvo un sabor agridulce. Iglesias protagonizó uno de los momentos más dulces del debate, conel beso a Xavier Domènech, pero también otro de los más firmes. "Desconfíe de los consejos de aquellos que tienen manchado su pasado de cal viva", le espetó Iglesias al secretario general del PSOE.

Dos días después, durante el segundo debate, Iglesias rebajó el tono y le tendió la mano a Sánchez para forjar una nueva suma, un Gobierno donde Podemos estuviera presente. "A veces, las discusiones más agrias preceden a los momentos más dulces", reconoció el líder de la formación morada.

RIVERA REITERA LA NECESIDAD DE DIÁLOGO

El líder de Ciudadanos ocupó un papel que ha demostrado interpretar muy bien. Rivera descalificó y lamentó las recriminaciones entre el resto de dirigentes políticos a la vez queapeló al diálogo. "Todos vamos a tener que ceder, aquí no habrá ni vencedores ni vencidos", aseguró el dirigente de Ciudadanos. En este sentido, Rivera postuló a C's como el partido de centro que necesita España y su discurso estuvo plagado de referencias a la transición, un periodo de cambio que quiso extrapolar a la situación entonces vigente.

EL DESCUBRIMIENTO DE RUFIÁN

Gabriel Rufián se estrenaba en el Congreso y, pese a que los nervios le jugaron una mala pasada -como evidenció su pausado discurso-, sus palabras no dejaron a ningún partido libre de condena. "Creer que Albert Rivera es Winston Churchill y no Donald Trump se cura en Catalunya" aseguró.

Por otro lado, Rufián dedicó gran parte de su discurso a la situación en Catalunya y reclamó la celebración de un referéndum para poder decidir sobre el futuro de esta. "Soy lo que ustedes llaman charnego, y soy independentista. He aquí su derrota y he aquí nuestra victoria", presumió Rufián desde la tribuna de los oradores.

PATXI LÓPEZ INTENTA PONER ORDEN

La escena se desarrolló bajo la atenta mirada del presidente del Congreso, Patxi López, que a duras penas pudo poner orden en la sala. El debate estuvo eclipsado por las continuas interrupciones, acusaciones y murmullos durante los discursos de los dirigentes.