Pedro Sánchez aprovechó ayer una pregunta de Pablo Casado durante la sesión de control al Gobierno para anunciar que el homenaje a las víctimas del coronavirus y a los trabajadores sanitarios tendrá lugar el próximo 16 de julio. El acto, en memoria de los «27.000 compatriotas que han perdido la vida», explicó el presidente, estará presidido por el Rey, y a él acudirán las fuerzas políticas, los miembros del Ejecutivo y los representantes de las principales instituciones del Estado. Pero también contará con una nutrida presencia internacional: el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel; la presidenta de la Comisión, Ursula Von der Leyen; el presidente del Parlamento comunitario, David Sassoli, y el director general de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Tedros Adhanom Ghebreyesus. Se celebrará en el Palacio Real, en Madrid, concretó la Moncloa horas después.

El anuncio descolocó a Casado, que había preguntado a Sánchez si consideraba que había provocado una «crisis constituyente» con su gestión de la pandemia. «No le preguntaba por eso. Y son 43.000 víctimas», dijo el líder del PP, poniendo de manifiesto que no cree en las cifras del Ejecutivo sobre el impacto del covid-19 en España. Como casi siempre que se mide con Sánchez, el jefe de la oposición habló del «fracaso» del Gobierno, de la falta de cohesión entre el PSOE y Unidas Podemos y de los «aliados» de Sánchez, el líder de ERC, Oriol Junqueras, y el coordinador general de EH Bildu, Arnaldo Otegi

CAMBIO DE ACTITUD / El día anterior, durante un acto de partido, Casado había mostrado una actitud distinta. El jefe de la oposición dijo estar dispuesto a «tender» la mano al Gobierno para alcanzar pactos de Estado. Esta vez, el líder del PP volvió a lanzar ofertas ya anunciadas, como un plan para la reactivación económica de España, la creación de una comisión en el Senado para abordar cuestiones sociales y la puesta en marcha de una oficina para atender a las víctimas del coronavirus y sus familiares. Pero primó el ataque frontal.

«Yo que pensaba que venía usted a tender la mano para llegar a acuerdos, y nos encontramos con lo de siempre», le contestó el jefe del Ejecutivo. A diferencia de la semana anterior, cuando acusó a Casado de querer «derrocar» al Gobierno «legítimo» aprovechando el virus, Sánchez no avivó la crispación. «Dos no se pelean si uno no quiere. No voy a entrar en sus provocaciones», concluyó el líder del PSOE.

Pero más allá de la retórica parlamentaria, la relación entre el Gobierno y los conservadores ha mejorado en los últimos tiempos. Algunos puentes se han reconstruido. Tanto la exministra de Sanidad, Ana Pastor, como los presidentes autonómicos del PP llevan días negociando con el Ejecutivo el decreto de nueva normalidad, para introducir cambios. El Gobierno espera que el partido de Casado, que votó en contra de las últimas prórrogas del estado de alarma, apoye la iniciativa, que se someterá el examen del Congreso la semana que viene. El decreto ya tiene asegurado el sí de Cs y el PNV. ERC está negociando para apoyar o abstenerse.