Las elecciones locales, autonómicas y europeas del 26-M se están dibujando como un 'segundo asalto' después de que los ciudadanos acudieron a las urnas el pasado 28-A para elegir a sus representantes nacionales. Sin embargo, para Unidas Podemos significa más que eso. Podría decirse que es una batalla a todo o nada. Los de Pablo Iglesias se juegan en estos comicios su entrada, no solo en ayuntamientos y parlamentos regionales, sino su capacidar negociadora para entrar en el Ejecutivo de España. Una posición fuerte a nivel territorial que permitiera a los morados ser llave de gobiernos autonómicos socialistas allanaría el camino para formar parte del futuro gabinete de Pedro Sánchez.

Con este objetivo salen a competir los morados. No obstante, por el camino se van a encontrar una serie de obstáculos que deberán sortear. De entrada parten con un hándicap bastante significativo tras caer a la cuarta posición en las elecciones generales y situarse con 42 diputados -25 menos de los que tenían en la anterior legislatura-.

Además, el éxito del PSOE con 123 escaños -56 sillones más que el PP- augura unos buenos resultados en las tres siguientes elecciones para los del puño y la rosa. Un pronóstico respaldado por la macro encuesta publicada por el CIS este martes que da la victoria a los de Sánchez en todas las comunidades salvo Cantabria y Navarra.

UNIÓN NACIONAL, DESUNIÓN TERRITORIAL

Ante todo, la principal dificultad que tendrán Iglesias y el coordinador federal de IU, Alberto Garzón, aliados a nivel nacional, será coordinar una estrategia discursiva que sea válida en aquellas comunidades en las que Podemos e IU concurren de la mano y aquellas en las que compiten en diferentes candidaturas (en siete comunidades de doce).

La primera repercusión de esta división ya se ha dejado ver en la apertura de campaña. Iglesias y Garzón estáran presentes en la pegada de carteles de la candidata de Unidas Podemos a la Comunidad de Madrid, Isa Serra. Mientras, el cabeza de lista de IU al Ayuntamiento de la capital, Carlos Sánchez Mato, dará el pistoletazo de salida a este esprint final sin apoyo nacional, para evitar que los líderes de la coalición se pronuncien sobre Madrid, donde los morados no se han presentado dejando vía libre a la actual alcadesa, Manuela Carmena.

El territorio de Madrid, joya de la corona de todo proceso electoral, será uno de los terrenos más resvaladizos para Unidas Podemos. El último CIS le da la victoria a Carmena que, con el apoyo del PSOE de Pepu Hernández, podría revalidar su mandato. Los de Iglesias optaron por retirarse de este terreno de juego después de las disputas con la exjueza que tendrá enfrente a Madrid en pie, liderado por Sánchez Mato y apoyado, tan solo, por IU. La lucha por la Asamblea de Madrid será más reñida. Tendrán como adversario al cofundador de Podemos, Íñigo Errejón, que concurrirá con Más Madrid. La demoscopia sitúa a ambas formaciones en un empate técnico en torno al 9 % de los votos.

Estas serán algunas de las adversidades a las que tendrá que hacer frente Unidas Podemos. Todo ello sumado a un intento por mantener el control en las llamadas ciudades del cambio: Madrid, Barcelona, Cádiz, Zaragoza o Ferrol. Y con la presión de revalidar los cinco eurodiputados que obtuvieron en 2015, tres meses después de nacer.