Termina una semana atómica para Pablo Iglesias. Pero la próxima tampoco será sencilla, porque buena parte de la oposición tiene planes de convertirlo en el objetivo de sus estrategias en busca de su dimisión, como se verá en las sesiones plenarias de las Cortes, que prometen ser tensísimas. Le espera un calvario político y es consciente de ello. Desde el pasado miércoles, el vicepresidente segundo del Gobierno de coalición y líder de Podemos está bajo los focos tras la petición del juez de la Audiencia Nacional Manuel García-Castellón de que sea investigado en el Tribunal Supremo, dado que es aforado, por el conocido como 'caso Dina'.

La primera reacción que tuvo Iglesias tras la decisión del juez fue salir a la palestra a negar la mayor. Y envió a un buen puñado de sus colaboradores en el partido a los medios y a las redes sociales a hacer lo mismo: repitieron docenas de veces que Iglesias no es culpable de nada en la 'causa Dina', sino perjudicado, y que su posible imputación es "inconcebible". Niegan que denunciara ante un tribunal, a sabiendas, una falsa persecución de las "cloacas" para sacar rédito personal y profesional, como apunta el juez en su último auto. 'No acabaré sentado en el banquillo' es la conclusión que ha transmitido por tierra, mar y aire y en la que se basan también los socios de la coalición, los socialistas, para dar apoyo público a los morados, pese a la que intuyen la que les va a caer desde la oposición.

De momento es una incógnita si Iglesias llegará o no a un juicio en el Alto Tribunal (que ya ha dado el primer paso formal para decidir sobre la imputación pidiendo informe a fiscalía) pero lo que es seguro es que va a tener que hacer frente a un feroz juicio político que ya ha empezado a calentar motores, pese a que el ruido provocado por el enfrentamiento Gobierno-Comunidad de Madrid por la gestión de la covid lo ha eclipsado un poco en las últimas horas.

Ante esto el jefe de Podemos ya ha elegido un mensaje que cree que llega con fuerza a una parte de la población: que lo que comenzó siendo un ataque contra él de "las cloacas del Estado" -así dice seguir viéndolo él- se ha transformado en guerra política a gran escala, apoyada por sectores de una judicatura recelosa con el Ejecutivo central que buscan vías para derrocar a la coalición de la Moncloa, que les es incómoda. Esa es y será su tesis de defensa durante las próximas semanas.

Debate en el Congreso

Uno de los momentos álgidos de la semana que asoma en el calendario será, sin duda, la sesión de control al Ejecutivo, que se celebrará el miércoles en el Congreso. El vicepresidente había anunciado que no iba a asistir porque tenía programada una visita oficial a Bruselas. Sin embargo, la cita ha tenido que ser pospuesta porque el presidente del Parlamento Europeo, David Sassoli -con quien iba a entrevistarse-, ha estado en contacto con un positivo por coronavirus y debe guardar cuarentena. Así las cosas Iglesias cambia de planes y acude al Parlamento, donde será sin duda el protagonista de la jornada.

Estará por tanto al lado de Pedro Sánchez cuando el jefe de la oposición, Pablo Casado, arranque la jornada preguntando al presidente si va a cesar a su vicepresidente. El secretario general de Podemos también tendrá que batirse dialécticamente, a buen seguro, sobre el asunto que le concierne. En las próximas horas se sabrá con quién, puesto que hasta ahora se contaba con que no acudiría a la Cámara por la reunión que tenía programada en Bruselas. Sea con quien sea, no rehuirá ni éste ni otros debates, se recalca desde su entorno, por incómodos que resulten, y se dará la batalla también ante la opinión pública, no sólo ante las instancias judiciales.

Campaña conjunta

"La derecha de este país está dispuesta a utilizar todo tipo de medios, legales e ilegales, para hacer caer a este Gobierno", sentenció Iglesias el pasado jueves en una entrevista en RAC1, en referencia a la solicitud del juez García-Castellón de que el Supremo le investigue por los delitos de descubrimiento y revelación de secretos con la agravante de género, de daños informáticos y de acusación o denuncia falsa y/o simulación de delitos.

Sobre ese mensaje seguirá construyendo su defensa pública, con la que busca que cale una tesis: ya no le atacan sólo a él; amenazan al primer gobierno de coalición de izquierdas de la democracia, con Sánchez a la cabeza. De hecho, en los últimos días, varios dirigentes de la formación morada ya han dejado caer este planteamiento. "No es solo contra Podemos, es contra el Gobierno de coalición", sentenció el portavoz parlamentario morado, Pablo Echenique, la semana pasada, vinculando la petición de García-Castellón con la decisión del Tribunal Superior de Justicia de Madrid de tumbar las restricciones a la movilidad en 10 ciudades madrileñas por orden del Ministerio de Sanidad.

Además, varios dirigentes de partidos políticos europeos cercanos a Podemos han lanzado una campaña de apoyo a Iglesias y denunciaron los ataques al Ejecutivo. "Quiero expresar mi total solidaridad con el vicepresidente Pablo Iglesias que está siendo atacado por quienes quieren desestabilizar la coalición progresista en España", lamentó la copresidenta del grupo de los Verdes en el Parlamento Europeo, Ska Keller. En la misma línea, el eurodiputado danés Nikolaj Villumsen apuntó a un intento de "desestabilizar el primer gobierno de izquierda" de España.