La lista de Esquerra afronta un reto gigantesco, como diría su encarcelado líder Oriol Junqueras: convertirse en la primera fuerza que bate a Convergència y sus siglas posteriores desde 1980, restituyendo así la sucesión dinástica de presidente de ERC iniciada por Francesc Macià y finalizada, en 1980, por Josep Tarradellas. Una victoria de partido y una mayoría absoluta soberanista darían paso a un Govern liderado por los republicanos que tendrían que gestionar cómo avanzar en la secesión sin dar nuevas armas a la justicia española. Se abriría, seguramente, una etapa en que ERC buscaría, de nuevo, la negociación con el Estado. Lo que le ha permitido cerrar campaña subiendo en las encuestas ha sido alentar la ilusión de que, de ganar, será Junqueras el president. En cuanto a la posible política de pactos, se muestran confiados del apoyo posconvergente de los de Junqueras.