El abogado Dante Canónica declaró en el 2018 al fiscal suizo Yves Bertossa que el rey emérito Juan Carlos I le encargó en Zarzuela «crear una estructura» para transferir una «importante donación» que iba a recibir del rey de Arabia Saudí, pero negó que fuese opaca.

El fiscal suizo investiga si el rey emérito «ocultó cerca de 100 millones de dólares (65 de euros) en Suiza» que podrían proceder del pago de comisiones por la adjudicación del AVE a la Meca (Arabia Saudí) en el 2011, si bien la licitación fue en el 2009, han precisado a Efe los responsables del proyecto tras informar El Español del contenido de la declaración del abogado, que forma parte de la documentación remitida por Suiza a la fiscalía española. Los hechos son investigados por la fiscalía del Tribunal Supremo.

Canónica aseguró que la Fundación Lucum, con la que se canalizó esa donación, se creó en la residencia oficial del rey Juan Carlos y relató asimismo los viajes que el gestor de cuentas en Suiza Arturo Fasana, también investigado por estos hechos, hizo a Washington y a Basilea después de que el monarca les facilitara «las coordenadas» del entonces embajador saudí en Estados Unidos que iba a intermediar en la transferencia.

El abogado dijo que conoció a Juan Carlos I a finales del 2007 o principios del 2008 «con Arturo Fasana en el Palacio de la Zarzuela», y que después se reunió varias veces más con él.

En esa primera ocasión, según su relato, les explicó a Fasana y a él que su amigo, el rey Abdalá de Arabia Saudí (fallecido en el 2015), quería hacerle una importante donación.

«Le pregunté cuánto dinero. Me respondió que no lo sabía», expuso el abogado, quien señaló que le explicó al rey que era importante saber la cantidad y que también era importante crear una estructura totalmente transparente, «es decir, que Juan Carlos I apareciera como beneficiario efectivo». También advirtieron de que no abrirían una cuenta bancaria hasta tener la confirmación del embajador Al-Jubeir de que «era realmente una donación».

Este finalmente confirmó que se trataba de «un pure gift (puro regalo) que ascendería a varias decenas de millones» y unos días después llegaron los fondos. «Fue entonces cuando descubrimos la cantidad exacta de la donación. Llamamos a Juan Carlos I, que se quedó atónito al saber la cantidad que se había pagado. Pronunció una frase como ‘¡Oh, Dios mío! Han sido muy generosos’».

En el 2012, el rey emérito decidió cerrar la cuenta de la fundación y transferir los fondos a su amiga Corinna Larsen porque, según Canónica, «no se sentía cómodo con la cuenta en un banco suizo». «Era una bomba de relojería» y a esto se añadía que la banca Mirabaud «nos hizo entender que la cuenta de Juan Carlos l presentaba un riesgo reputacional» para la entidad.