El juez de la Audiencia Nacional Diego de Egea dio ayer carpetazo a la pieza que abrió tras publicarse la conversación en la que Corinna zu Sayn-Wittgenstein relataba al excomisario José Manuel Villarejo presuntas irregularidades del Rey emérito, en cuanto ha tenido en sus manos una petición de archivo de la Fiscalía Anticorrupción, que exime a Juan Carlos I de cualquier responsabilidad penal, por la inviolabilidad de la que disfrutan los jefes de Estado y ser los indicios existentes contra él «extremadamente débiles». El magistrado explica que en esa pieza, denominada Carol -la quinta abierta en el caso Tándem, en el que se investigan las cloacas policiales-, Villarejo estaba imputado por descubrimiento y revelación de secretos y por cohecho. Entiende que no hay indicios suficientes para mantener en esa condición, porque la grabación, intervenida en el despacho de su socio, Rafael Redondo, pone de manifiesto «una conversación distendida entre dos personas y a veces entre tres, en Londres, en la que de forma voluntaria y sin que exista ningún tipo de presión» cuenta a Villarejo unos hechos «en su presunto fundamento de hombre de Estado, al servicio de los intereses generales de España», algo negado luego por el director del CNI.

Como además Villarejo está en prisión desde noviembre, según el juez, resulta «muy improbable» que él filtrara a los medios la conversación, en la que la que fue amiga del Rey emérito expone «de forma expontánea» que el monarca la había usado como testaferro con un terreno en Marruecos, cobró comisiones por el tren de alta velocidad en Arabia Saudí y contaba con cuentas en Suiza a nombre de un familiar y bajo falsas identidades. También rechaza que exista cohecho en la petición de asesoramiento que en esa misma reunión la princesa le hizo para un político británico con problemas con el fisco español. El auto sostiene que, la colaboración consistió exclusivamente en facilitarle un abogado de su confianza para que le representara en España. Mientras que Anticorrupción se dedica a desgranar por qué no se puede profundizar más en lo que pudiera haber de cierto en las palabras de Corinna, al explicar, que Suiza no colabora en la investigación de delitos fiscales, el magistrado se centra en la verosimilitud que le proporciona el testimonio de la empresaria alemana. Sostiene que la única base de los hechos atribuidos a Juan Carlos I, «naturalmente deducidos del desarrollo de la relación de amistad entre ambos», es el relato de la princesa.