Lo normal es llegar a un juicio con nervios. No solo por lo que te puedes jugar en años de prisión o inhabilitación, sino por lo inusual que es tener que comparecer ante un tribunal, con su parafernalia, sus trámites marcados por la ley y hasta el sentirte el único que no viste toga, obligatoria en jueces, abogados y fiscales.

Mañana la Audiencia Nacional comenzará a juzgar al mayor de los Mossos, Josep Lluís Trapero, la intendente Teresa Laplana y a la excúpula política del cuerpo policial: el exdirector de la policía autonómica Pere Soler y el exsecretario general de la Conselleria d’Interior César Puig. A diferencia de los otros acusados, el exjefe de la Policía de la Generalitat puede estar algo más tranquilo. Él ya sabe lo que es declarar ante un tribunal, porque lo hizo nada menos que en el Tribunal Supremo.

Con independencia de que estar ante tres jueces, en vez de los siete del alto tribunal, le genere más o menos inquietud, Trapero tiene la ventaja de que ya sabe lo que tiene que declarar, porque si quiere convencer al tribunal con sus explicaciones tendrá que mantener lo que dijo como testigo en el juicio del procés.

No le supondrá un problema, porque, pese a que como otros muchos imputados en otras causas podía haberse negado, se le notaba con ganas de explicar por qué los Mossos actuaron como lo hicieron durante el referéndum ilegal.

LA VENTAJA / La policía catalana contaba incluso con un plan para arrestar al entonces president de la Generalitat, Carles Puigdemont, si recibía la orden de hacerlo. Esa ventaja con la que puede contar Trapero, frente a sus compañeros de banquillo, será compartida por los principales testigos. El encargado de inaugurar el turno será el coronel Diego Pérez de los Cobos, tan crítico con los Mossos que llegó a calificar de «estafa» el dispositivo que prepararon para el 1-O. Según su versión, hicieron público que no actuarían en colegios con personas vulnerables, niños, ancianos o personas con discapacidad, para precisamente encontrar los centros llenos y no poder intervenir para frenar la consulta.

Le seguirá Ferran López, quien sustituyó a Trapero al frente del cuerpo durante la aplicación del artículo 155 en Cataluña. En el Supremo, donde quien había sido su superior no se jugaba nada, le respaldó, por lo que parece difícil que no lo haga ahora en la Audiencia. Incluso explicó que Puigdemont sostuvo que «declararía automáticamente la independencia» de ser cierto el escenario que los Mossos le estaban dibujando para que accediera a su petición de desconvocar el referéndum para cumplir el mandato judicial.

MÁS CITADOS / Y, aunque no sea descartable que se termine renunciando a su testimonio, también están citados el exvicepresident Oriol Junqueras, el exconseller Joaquim Forn, y el expresidente de la Asamblea Nacional Catalana (ANC) Jordi Sànchez.

Pero para la Sala esa ventaja con la que cuentan acusados y testigos puede transformarse en justo lo contrario, si pretende abstraerse de lo sentenciado por la cúspide de la carrera judicial, algo que se antoja harto difícil, sobre todo teniendo en cuenta que sea cual sea su conclusión acabará siendo revisada por la misma Sala Segunda que ya declaró que lo ocurrido en Cataluña en el otoño de 2017 fue sedición y no rebelión, delito por el que la fiscalía todavía acusa al exjefe de los Mossos.

Justo por ese motivo, la defensa del principal acusado intentó que la fiscalía modificara su acusación tras la sentencia del procés. El ministerio público se remitió a la ley de enjuiciamiento criminal que solo prevé hacerlo una vez concluida la prueba en el juicio, momento en el que, según fuentes fiscales consultadas por este diario, sustituirá la rebelión por la sedición. Resultaría inexplicable mantener una acusación tan grave con los responsables policiales, cuando el Supremo ya la descartó para los líderes del 1-O, junto cuando a los primeros se les acusa de actuar a sus órdenes y no a las de los de tribunales.