Los cantos de sirena del PDECat para formalizar un pacto con ERC a modo de lista del presidente parece que, en esta ocasión, no hallarán el eco de otras veces. O no al menos el que obtuvieron en julio del 2015 que desembocaron en la formación de Junts pel Sí. Y no solo porque Carles Puigdemont no tiene el botón de convocar o no las elecciones y por tanto no puede presionar como sí hizo Artur Mas, que también. Tampoco porque entre los republicanos ha cundido el hastío por la reiteración de la presión, que también. Sino porque, sobre todo, el indiscutido líder del partido, Oriol Junqueras, se opone vehementemente a ello. Hasta el punto de que vetó todo pacto, que no fuera realmente unitario, antes de ingresar en el centro penitenciario Madrid 7.

Fuentes republicanas han explicado a este diario que una vez la jueza Carmen Lamela decretó la prisión preventiva para todos los miembros del Govern, Junqueras explicó a los suyos qué hacer en su ausencia y que la principal instrucción que repartió fue no pactar solo con los posconvergentes.

Junqueras, «firme partidario de la unidad de acción del independentismo», aclara esta fuente, defiende, como opción deseable, que cada partido componga su lista: «Para recoger votos, mucho mejor que cada fuerza pase su rastrillo en su espacio electoral». La segunda y última opción sería que todos los partidos aúnen esfuerzos. Y dio tres razones para esquivar el Junts pel Sí 2.

La primera es estratégica. «Cataluña tiende a tener un gran partido central (ERC) y otros dos, los liberales (PDECat) y los anticapitalistas (CUP), tangentes. Cualquier pacto con uno de esos dos, a solas, desplaza a Esquerra de la centralidad», dijo Junqueras a sus colaboradores. Y el metamensaje es que «ahora» es el turno de ERC de gobernar. ¿Electoralismo? «Esquerra no quería las elecciones», como quedó acreditado cuando el propio Puigdemont buscó el pacto con la Moncloa, vía el lendakari Iñigo Urkullu. Y finalmente la fecha «fue fijada por el propio Mariano Rajoy», recuerda un portavoz republicano.

FACTURA DE LA CORUPCIÓN / El segundo motivo es la «tolerancia cero con la corrupción». Considera Junqueras que las prácticas de CDC/CiU a lo largo de décadas han «perjudicado gravemente la imagen y las opciones del independentismo». Si bien reconoce que la corrupción convergente ha sido «maximizada» por el Gobierno de Rajoy, el líder de ERC considera que, sin ella, el porcentaje de independentistas sería aún más alto, por encima, hace años, del 50%».

La tercera causa es casi de índole personal. Junqueras no quiere ir de la mano de un partido que «acoge a personas como Santi Vila». Primero porque durante su gestión, el Govern «no remó en la misma dirección que los otros» sin que nadie de su fuerza lo frenara. Además, el presidente de ERC está persuadido de que entró en la cárcel por la «declaración incriminatoria de Vila», ya que el posconvergente señaló a todo el Govern, pero sobre todo, al propio exvicepresidente. «Es un delator», espetó Junqueras a su equipo, antes de solidarizarse con los consejeros del PDECat, también «traicionados» por Vila.

En tanto, los posconvergentes han pospuesto hasta el miércoles 15 de noviembre el consejo nacional que debía aprobar sus listas electorales ante la demanda de Puigdemont de configurar una lista unitaria del soberanismo. Justo al día siguiente de que venza la inscripción de listas.