La resolución del Tribunal Constitucional sobre la investidura de Carles Puigdemont ha provocado interesantes efectos secundarios en la política catalana. El principal: 24 horas antes de que, teóricamente, se celebre la sesión para elegir al próximo jefe del Govern, Junts per Catalunya y ERC no esconden sus diferencias acerca de cómo afrontar un eventual bloqueo de la legislatura. Mientras algunos dirigentes republicanos ya dicen en público que «habrá que sacrificar a Puigdemont» si es necesario, los posconvergentes se enrocan y amenazan con forzar la repetición de las elecciones si no se inviste al expresidente.

La decisión del TC de prohibir una investidura a distancia de Puigdemont deparó ayer una jornada salpicada de reacciones políticas. Entre los independentistas, la más significativa fue la de Joan Tardà. El respetado diputado de ERC en el Congreso fue, como en otras ocasiones, el encargado de decir en público lo que parte de dirigentes de su partido y del PDECat dicen en privado: que el expresident debe dejar paso a otro candidato si no hay más remedio. «No podemos poner en riesgo la victoria del 21-D, nos obliga a no jugar a la ruleta rusa. Es imprescindible tener un Govern», dijo a La Vanguardia.

«SACRIFICIO» O URNAS / Como Tardà fue muy explícito en torno a la necesidad de que Puigdemont se «sacrifique» si es necesario, también lo fueron los rivales de ERC en el ámbito del independentismo. Diputados de JxCat criticaron a sus socios durante todo el día, pero fue Josep Rull -otro dirigente carismático, en este caso posconvergente- quien lanzó la amenaza definitiva: si Esquerra no hace todo lo posible por investir a Puigdemont, están dispuestos a ir de nuevo a las urnas.

«Las elecciones son un escenario posible. Veremos qué pasa. Lo que intentan es abatir lo que ha votado la gente, y quizás debe ser la gente la que decida», avisó Rull en Catalunya Ràdio. La advertencia a Esquerra es clara, máxime cuando el presidente del Parlament, Roger Torrent, en cuyas manos estará desobedecer la resolución del Constitucional tratando de propiciar una investidura a distancia de Puigdemont, forma parte de ese partido.

Como ya sucedió horas antes de que Artur Mas diera su «paso al lado» en el 2015, las diferencias de criterio entre posconvergentes y republicanos afloran cuando se acerca el momento de la verdad. La Mesa del Parlament deberá decidir mañana si acata la decisión del Constitucional o si intenta celebrar el pleno de investidura de Puigdemont aunque el candidato no esté presente. Si elige la segunda vía, las represalias judiciales contra Torrent y la bronca parlamentaria están aseguradas.

Fuentes de JxCat no descartan aún que Puigdemont intente volver para participar en la sesión por su carácter «impredecible». Pero también en ese caso el TC le ha puesto muy difícil la investidura: le exige un permiso del juez del Tribunal Supremo. En la práctica, eso supone que Puigdemont debería entregarse primero a la justicia española y después pedir esa autorización a Pablo Llarena, que no la concedió a Oriol Junqueras cuando solicitó participar in situ en la sesión constitutiva del Parlament.

La candidatura de Puigdemont se ha volcado en la defensa del expresidente. El portavoz de la formación, Eduard Pujol, descartó que el independentismo proponga a un candidato alternativo. «No hay plan B a la democracia. El martes asistiremos al pleno de investidura de Puigdemont», aseguró. Y el PDECat, a menudo incómodo con la estrategia de Puigdemont, también cerró filas: su líder, Marta Pascal, afirmó que «si se pudo presentar a las elecciones, debe poder ser investido». «No nos moveremos de este planteamiento», añadió la coordinadora general del PDECat tras criticar la «coincidencia extraña» de que tanto Tardà como Enric Millo planteen un cambio de candidato. El delegado del Gobierno en Cataluña había dicho poco antes, citando a Salvador Espriu, que «un hombre se puede sacrificar por todo un pueblo, pero todo un pueblo no se puede sacrificar por un hombre».

JxCat hizo ayer otros anuncios relacionados con la decisión del TC. Por ejemplo, que Puigdemont pedirá permiso al juez Llarena para que le autorice a asistir al pleno de investidura.