Unas 15.000 personas, según la Delegación de Gobierno, participaron en una manifestación por la unidad de España en el centro de Madrid, que acabó siendo un clamor contra la investidura del candidato a presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. La convocatoria partió de un joven madrileño, Iñigo Fernández de Araoz, y a ella se sumaron el alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, del PP, y la vicealcaldesa de la ciudad, Begoña Villacís, de Ciudadanos. No hubo caras conocidas de Vox, partido ultra que ha convocado sus propias movilizaciones para el próximo 12 de enero.

El promotor de la marcha se mostraba sorprendido del éxito, mientras una mujer madura le abrazaba y alababa su inteligencia: «Es ingeniero», le presentaba con orgullo.

Fernández de Araoz explicó a este diario que «aún no es tarde para que algún diputado del PSOE vote que no a la investidura». Una mujer con una pancarta animaba a los «socialistas españoles» a desobedecer a su líder. Pocos metros detrás de él, una señora con un buen abrigo escandalizaba a sus amigas al preguntar: «¿Aquí no hay contenedores para quemar?».

La protesta transcurrió entre gritos de «Sánchez traidor» y «España no se vende». Los más radicales animaban a trasladarse al Congreso, cosa que hicieron varias decenas de ellos tras acabar la concentración, en contra de la voluntad de los organizadores. En el manifiesto leído en la plaza de Colón, convertido en epicentro de las movilizaciones de la derecha en Madrid, se defendió «la Constitución» y se rechazó «blanquear a los condenados por la justicia». L. RENDUELES