Manifestantes independentistas convocados por la Asamblea Nacional Catalana (ANC) y los Comités de Defensa de la República (CDR) irrumpieron ayer en el parque de la Ciutadella de Barcelona mientras permanecía custodiado por los Mossos d’Esquadra. Según fuentes policiales, reventaron el candado de algunas de las puertas del parque y desbordaron el cordón policial. Centenares de personas fueron acumulando a las puertas de la Cámara catalana, una vez desconvocada la marcha de la entidad soberanista, y varios de ellos decidieron pasar la noche allí.

Los manifestantes, que se mantuvieron tras un perímetro de vallas que protege los accesos al edificio, llamaron a «ocupar» el Parlament «si no hay investidura». Miembros de los CDR repartieron carteles en los que llamaban a la «movilización permanente» y a permanecer en el parque. Fuera, cada vez se congregaban más manifestantes. Un grupo intentó volver a abrir las puertas y los Mossos cargaron contra ellos. En una improvisada asamblea los concentrados en la Ciutadella votaron por pasar la noche allí, como pretendían hacer dos centenares de personas. Los Mossos terminaron abriendo los accesos para que la gente pudiera tanto entrar como salir del recinto.

Al clamor de «ni un paso atrás», unas 1.200 personas, según la Guardia Urbana, la manifestación empezó en la plaza de Sant Jaume hasta llegar al paseo de Lluís Companys para exigir la investidura de Carles Puigdemont. Luciendo máscaras con el rostro del expresidente, portaron pancartas y estelades a favor de la excarcelación de los políticos presos. Custodiados en todo momento por el helicóptero de la Policía Nacional, corearon contra la «justicia española» y el Gobierno de Mariano Rajoy y recordaron que Puigdemont es su president.

La suspensión del pleno no sentó bien en las filas de la ANC. Su presidente, Agustí Alcoberro, se mostró «sorprendido» por la decisión de Roger Torrent y advirtió a los partidos independentistas de que «no permitirán que haya enfrentamientos fratricidas». Les pidió «altura de miras» y volver a centrar sus apuestas en la «unidad de acción».

Pero lo cierto es que ayer las entidades tampoco respondieron al unísono. Òmnium se desmarcó de la marcha no convocándola públicamente y no se dejó ver ningún líder de la entidad en una convocatoria que inicialmente habían apoyado. Sin comparecer ante los medios, se limitaron a mostrar su disconformidad con la decisión del presidente del Parlament a través de un comunicado: «No caigamos en su trampa y busquemos la mejor vía para hacer posible el mandato democrático en base a grandes consensos», reza el escrito. Su portavoz, Marcel Mauri, pidió «respuestas serenas, contundentes y más unitarias y transversales» en un mensaje en su cuenta personal de Twitter. «En vez de buscar traidores o cobardes, tejamos alianzas para la república», remachó.

El presidente de la ANC, Agustí Alcoberro, también llamó a la «unidad de acción» para que la investidura de Puigdemont se llevase a cabo «sin injerencias», y en los plazos y condiciones que estaban establecidos, ante el temor a una nueva reculada de los partidos independentistas. Alcoberro avisó de que «lo decidido en las urnas no se puede cambiar en un despacho» y que «la soberanía del Parlamento no puede ser modificada por ningún tribunal».

La ANC avisó al Ejecutivo central de que «no sabe con quién se las ve» y de que no acatarán ninguna decisión que suponga «pisar el mandato de las urnas».