La gota que colmó el vaso de la paciencia de los sanitarios se ha convertido en un tsunami que ha arrastrado a la ya exconsejera de Sanidad del Gobierno de Aragón. Pilar Ventura anunció ayer su dimisión para dejar de ser «un estorbo» y no alargar una situación que se había hecho insostenible tras días de protestas de los sanitarios. La consejera de Sanidad contó con el respaldo del presidente de la comunidad, Javier Lambán, que la acompañó en su alocución en la sala de Columnas del edificio Pignatelli. El líder del Ejecutivo cuatripartito aseguró que él «jamás» la habría cesado. Por el momento, no ha trascendido el nombre de su sustituta o sustituto, aunque debería llegar pronto, y así lo reclama el sector y las fuerzas políticas.

Ventura reconoció que se marcha al haber perdido el apoyo de un amplio y movilizado sector del mundo sanitario. «No puedo estar al frente de la sanidad cuando los sindicatos y los colegios profesionales no me aceptan. No quiero ser un estorbo para esta recuperación y por eso considero que debo dejar el cargo», señaló. Con estas palabras, Ventura concluía su comparecencia, sin preguntas, tras haber reconocido de nuevo su error en el último pleno de las Cortes. Un error que ha pesado más que los posibles fallos que los profesionales han ido denunciando en su gestión del virus.

Ventura volvió a reconocer que se equivocó cuando afirmó que la elaboración de equipos de protección por parte de los sanitarios había sido «incluso un estímulo» para ellos al ayudar al Salud ante la carencia de materiales. «Desde luego que me equivoqué en mi expresión cuando he ofendido, pero jamás estuvo en mi intención. Ha sido muy duro y complicado el suministro de los equipos de protección. Desde mi primera comparecencia en las Cortes he pedido perdón de forma sincera», aseguró una Ventura de rictus muy serio y profundas ojeras. Tras días de protestas, Ventura decidió dar un paso a un lado al entender que ahora lo importante es la salud de los aragoneses y salir de la crisis.