“Ustedes tienen un problema y ese problema se llama 3%”. Cuando Pasqual Maragall era presidente de la Generalitat le lanzó a bocajarro en el Parlament esta acusación a Artur Mas, entonces líder de la oposición con CiU. Era febrero del 2005. Han pasado 12 años y este miércoles ha vuelto a resonar aquella cantinela, pero esta vez en la sala de la Ciutat de la Justícia donde se juzga a 15 personas por el saqueo del Palau de la Música. No ha salido a relucir el 3%, sino el 4% en comisiones ilegales pagadas presuntamente por Ferrovial a Convergència Democràtica (CDC) a través de la entidad cultural. O mejor dicho, del 2,5%, pues el resto se lo repartían, como buenos amigos, Fèlix Millet (el 1%), hasta el 2009 presidente del auditorio, y su mano derecha, Jordi Montull (el 0,5%).

No ha hecho falta que el fiscal Emilio Sánchez Ulled se esforzara en su interrogatorio. Millet y Gemma Montull, hija de Jordi Montull, lo han explicado con claridad. “Ferrovial hacía donaciones al Palau para que el dinero fuera a CDC a cambio de obra pública. Eso no lo dije en mi confesión del 2009, pero es la verdad”, ha admitido el que fuera máximo responsable del Palau. Gemma Montull, que ocupaba el cargo de directora financiera, ha ratificado el desvío de fondos al partido nacionalista.

Blanco y en botella. Todo un jaque que Artur Mas, exlíder convergente y ahora del PDECat, quiere rebatir, según fuentes de su entorno, compareciendo ante la opinión pública cuando finalicen las declaraciones de los principales acusados. La antigua CDC se tambalea y, de rebote, la oposición engrosa su arsenal para deslegitimar un proceso soberanista que alentó el 'expresident' cuando las investigaciones por corrupción se empezaban a avalanzar sobre su partido. El independentismo, incluido el PDECat, se desmarca de aquella Convergència de Mas y los Pujol y llama a 'fer net' antes de entonar los compases más ignotos de la hoja de ruta hacia el eventual estado propio.

Millet, para quien el fiscal reclama 27 años y medio de cárcel, no se ha mordido la lengua y, por primera vez, ha admitido que Ferrovial utilizó la entidad que él dirigía para pagar comisiones ilegales al partido de Mas. El tsunami ha alcanzado a Carles Torrents, quien fue tesorero de CDC hasta el 2005, cuando falleció, y a su sustituto en el cargo, Daniel Osàcar, a quien el expresidente del Palau ha señalado como el "Daniel" que figura en undocumento incautado por los Mossos sobre el reparto de comisiones. Pero Millet ha ido más allá y ha explicado que el sistema de comisiones lo organizó el fundador de Ferrovial, Rafael del Pino, que murió en el 2008. Por parte de la constructora están acusados dos exdirectivos, Pedro Buenaventura y Juan Elizaga, quienes supuestamente eran los encargados de la canalización de esos fondos.

LA FRONTERA ES EL EXTESORERO

Millet ha reconocido que se hicieron pagos en efectivo a Torrents y que Jordi Montull, que declarará este jueves, estaba al corriente. “Convergència sabía que Ferrovial daba este dinero para que se le diera obra pública”, ha reiterado el expresidente de la institución cultural. En cambio, ha negado que el exdirigente de CDC Jaume Camps, que no está acusado, se reuniera con él para tratar sobre las comisiones de Ferrovial y que hubiera tenido reuniones con otros dirigentes de CDC por este asunto. No ha querido (o podido) apuntar más arriba.

“Se ponían de acuerdo CDC y Ferrovial” y la constructora entregaba los fondos al Palau en concepto de “patrocinio”, ha puntualizado Millet. En realidad, ese patrocinio, según su versión, “era muy pequeñito”, porque la mayoría del dinero iba a parar a CDC directamente o a través de su fundación Trias Fargas (ahora CatDem). “Se dio dinero a esa fundación para que fuera al partido y después (ya iniciado el proceso judicial) se devolvió", ha relatado el acusado.

COMUNICADO DE FERROVIAL

Ferrovial ha hecho este miércoles una nota en la que reitera que las donaciones hechas al Palau fue por patrocinio, que las adjudicaciones de obras públicas se realizaron "a la oferta con mejor valoración económica y puntuación globlal" y que la compañía practica una política de "tolerancia cero con la corrupción".

Millet no ha tenido reparos en confesar que se apropió de dinero de la entidad para fines particulares. “¿Usted, Montull y su hija, Gemma, se beneficiaron de los fondos del Palau para obras en sus domicilios?”, le ha preguntado el fiscal. Millet ha sido escueto: “Sí”. Después ha añadido: “Fue un error y por eso puse todo mi patrimonio a disposición del juzgado (cuando confesó en el 2009). Me equivoqué”.

LA HIJA QUE SABÍA CASI TODO

Gemma Montull, exdirectora financiera del Palau, también ha tirado de la manta, aunque, en su caso, tras un pacto con la fiscalía para rebajar la petición de pena de 26 años de cárcel a tres años, uno de ellos sustituible por una multa. "Los pagos [a CDC] eran una cosa normal" y se hacían "desde hacía años", ha explicado. La exalto cargo del auditorio ha admitido, como Millet, que "Ferrovial utilizó el Palau" para canalizar fondos hacia a CDC. Y ha precisado: "Si lo hacía sería a cambio de algo". Sin embargo, ha añadido que en aquel momento ella desconocía que era por adjudicación de obra pública. "Millet era muy incisivo en saber cuándo se recibía el dinero de Ferrovial", ha subrayado, a la vez que ha afirmado que los directivos de la constructora acusados eran quienes se reunían con Millet y su padre.

También ha reconocido Gemma Montull que el Palau pagó servicios prestados a CDC y ha implicado a la formación política en la falsificación de facturas para poder justificar ante Hacienda las salidas en efectivo de dinero que fue a parar a eses partido. "Millet llamó al partido, pero no sé con quién habló. Les dijo que teníamos un problema", ha relatado. Según su versión, fue Osàcar quien las entregó. Ha confirmado, además, que el Daniel que aparece en un documento sobre el supuesto pago de comisiones era Osàcar.

Con lágrimas en los ojos, Gemma Montull ha confesado que su padre cometió irregularidades y que se utilizaron fondos del Palau para fines propios. Eso sí, ha querido dejar claro que el "jefe" era Millet, que "controlaba todo, absolutamente todo". Ella, según su versión, solo se limitaba a cumplir las órdenes de Millet y de su progenitor.