La ministra de Defensa en funciones, Margarita Robles, ha recibido este viernes en el aeropuerto de Madrid Barajas los restos humanos hallados en un cementerio cercano al lugar donde se estrelló el Yak-42 en Turquía en 2003, que podrían corresponder a víctimas del accidente

Robles se ha traslado esta tarde al aeropuerto y los ha recibido de forma privada "como homenaje a los fallecidos", junto al jefe del Estado Mayor del Ejército (Jemad), Fernando Alejandre, el secretario de Estado de Defensa, Ángel Olivares, y el embajador turco en España, Cihad Erginay, según informa Defensa en un comunicado.

Se trata de un fémur encontrado en un cementerio turco y 23 frascos con muestras humanas que sirvieron en su momento para realizar pruebas de ADN, que han sido trasladados desde Turquía por valija custodiada por el agregado de Defensa de la Embajada de España en Ankara, el coronel César Gutiérrez de la Cámara.

Una vez en tierra, el coronel se ha trasladado en un vehículo oficial de Defensa hasta el Instituto Anatómico Forense, donde ha entregado los restos a la magistrada de la Audiencia Nacional María Tardón, encargada de investigar si son efectivamente de víctimas del siniestro.

Está previsto que la juez Tardón, que abrió diligencias a mediados de 2018 cuando se detectó el fémur en el cementerio, ordene que se hagan pruebas de ADN para identificar la filiación de cada uno de los restos.

El fémur se exhumó este miércoles de un cementerio turco adonde, al parecer, los restos fueron trasladados desde otro próximo localizado en la localidad de Maçka, cerca de donde se estrelló el avión.

Fue en este último camposanto en el que, según confirmó Turquía, fueron enterrados en julio de 2003 (el accidente ocurrió en mayo de ese año) y desenterrados años después.

El traslado se produce gracias a un proceso de cooperación judicial con Turquía abierto por la Audiencia Nacional a instancias de Defensa, ante el hallazgo del fémur que podría corresponder a uno de los fallecidos.

Los 62 militares accidentados, la mayoría de los cuales pertenecían a la Base Aérea de Zaragoza, regresaban de una misión de paz en Afganistán a España cuando el avión se estrelló. El suceso costó la vida de todos ellos junto con la tripulación ucraniana.

La del Yak-42 es la mayor tragedia aérea del Ejército español y derivó en un cúmulo de errores en las identificaciones de las víctimas.

En enero de 2017 un informe del Consejo de Estado, asumido por el Gobierno, dio la razón a las familias que defendían que la tragedia era evitable y que el avión nunca debió volar y advirtió de la existencia de irregularidades en las contrataciones de vuelos para el transporte de tropas a misiones internacionales.