José Luis Martínez-Almeida, el alcalde de Madrid, se reveló esta primavera, apenas un año después de llegar a la primera línea de la política, como uno de los puntales del PP. En las peores semanas de la pandemia, llamaron la atención su relación con la oposición en el Ayuntamiento de la capital y su decisión de pedir «unidad» en vez de encharcarse con críticas al Gobierno central. Su perfil fue cogiendo fuerza por contraste a Pablo Casado, que ha mantenido una posición beligerante ante los fallos de gestión de Pedro Sánchez.

Almeida vive su momentum , una temporada dulce en la que capta la atención de los medios y todo le sale bien. Casado ha querido aprovechar su empuje para llenar el hueco que ha dejado Cayetana Álvarez de Toledo y ha creado para Almeida el cargo de portavoz nacional del partido, en un intento de capitalizar su popularidad, intentar demostrar que apuesta por la moderación y, según dicen algunos amigos del alcalde, atarle en corto.

«Está claro que, dentro del PP, lo vemos como un hombre de futuro», afirma un diputado cercano al alcalde, que señala la debilidad de Casado tras perder dos elecciones generales, su fracaso en la apuesta por Iturgaiz en Euskadi y su pulso soterrado con Núñez Feijóo. «Ahora Almeida tendrá que opinar de todo y corre el riesgo de quemarse, eso es así. Le ha colocado un techo de cristal aunque él no tiene ese tipo de ambición», añade. «No tiene ninguna prisa», dice una diputada. No coinciden fuentes del PP municipal.

Empezó de la mano de Esperanza Aguirre, que le nombró director general de Patrimonio Histórico de la Comunidad (2007-2011); secretario general del Consejo de Gobierno (2011-2013) y lo metió en las listas de las municipales (2015). Su relación era muy buena, comentan esas fuentes. «Almeida es ambicioso y le gusta quedar bien con el jefe o jefa de turno. En Madrid, primero quiso gustar a Aguirre y lo consiguió. Cuando ella cayó, él cedió ante las indicaciones de Cristina Cifuentes, entonces presidenta del Ejecutivo regional y del PP autonómico. Y ahora dirá que sí a todo lo que le proponga Casado», cuentan esas fuentes.

Apuntan un episodio en el que sustentan sus afirmaciones. Al entrar en la cárcel Ignacio González, en abril del 2017, Aguirre dimitió como portavoz en el ayuntamiento y quiso dejar de sustituto a Íñigo Henríquez de Luna. Cifuentes pidió a Almeida que fuera él quien capitaneara el grupo. Se convocó una votación interna y, según esas fuentes, ganó por dos votos. Ayudó a acabar con el aguirrismo pese a que había crecido en su seno. Fuentes del equipo de Almeida desdeñan cualquier maniobra de Casado para coartar su evolución. «Es un hombre de Casado», afirman en la sede de Génova, quitando importancia a las maledicencias. El tiempo lo dirá. H