Idéntica acusación, idéntica respuesta. Al igual que sucedió durante y después de la elección del presidente norteamericano, Donald Trump el pasado año, Rusia negó ayer las acusaciones de intento de azuzar la crisis catalana mediante pirateo informático. El ministro de Exteriores, Serguéi Lavrov, calificó de «histeria» las informaciones de haber dado alas al movimiento independentista en Cataluña mediante trolls en las redes sociales.

El lunes, el diario El País publicó una foto de uno de los ideólogos del independentismo, Oriol Soler, saliendo de la embajada de Ecuador, donde está refugiado Julian Assange. La prensa estadounidense y el Partido Demócrata acusan a Assange de haber colaborado con los servicios secretos rusos para airear trapos sucios de la candidata derrotada, Hillary Clinton, durante los comicios presidenciales del 2016.

«Ya estamos acostumbrados a que, según algunas observaciones, algunos de nuestros socios en Europa y EEUU parece que no tienen otra cosa que hacer que presentar acusaciones contra nuestros medios y declararles agentes extranjeros», arremetió el jefe de la diplomacia rusa durante un encuentro con periodistas.

«Quizá esto se explique porque en las capitales de los países de donde llegan estas acusaciones, ya sea Madrid o Londres, no tienen plenamente resueltos sus problemas internos», continuó, haciéndose eco de los debates parlamentarios en España o las acusaciones vertidas en la prensa de Madrid y Barcelona. «Seguramente, esta histeria sensacionalista la montan para distraer la atención de sus electores acerca de la incapacidad para resolver estos problemas», resumió.

El portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, instó a la parte española a probar sus acusaciones. «Ni las autoridades españolas, ni la OTAN, ni los medios, han presentado ningún argumento que otorgue credibilidad a esas acusaciones; por eso las consideramos infundadas», resaltó Peskov, para concluir: son «la continuación de la misma histeria que existe en EEUU y en algunos otros países».

Pese a que públicamente, las autoridades rusas apoyan la integridad territorial de España, muchos analistas apoyan que Rusia agite el conflicto catalán como método para debilitar a la UE, una entidad a la que el Kremlin considera una amenaza desde la caída del Gobierno prorruso en Ucrania y su sustitución por otro proeuropeo en el 2014.