Junts per Catalunya. Así se llamará la candidatura que encabezará el expresidente huido, Carles Puigdemont, y que estará gestionada por el PDECat, si bien el partido quiere que en la candidatura tengan protagonismo los fichajes de personalidades independientes y los alcaldes para difuminar la idea partidista y tratar de ofrecer una imagen de pluralidad. Junts per Catalunya fue uno de los nombres que se propusieron para bautizar al partido sucesor de Convergència, pero que fue rechazado de entrada. Ahora será la marca con la que el PDECat competirá con ERC y la CUP el 21-D. El partido de Artur Mas y Puigdemont trata de lograr fichajes externos para su candidatura.

Se dará cabida a los diputados actuales del partido que quieran repetir y a los exconsejeros que estan encarcelados o huidos en Bruselas. Pero la prioridad es dar una imagen «muy poco PDECat». Entre otros, quien ha confirmado que no repetirá es un ya veterano de la formación, el actual jefe de filas de Junts pel Sí en el Parlament, Lluís Corominas, que compareció ante el Supremo la semana pasada como exmiembro de la Mesa del Parlamento catalán.

AUTOCRÍTICA / Por otra parte, y mientras no llega la campaña propiamente dicha, el independentismo, o una parte del mismo, parece decidido a hacer autocrítica del proceso soberanista. Si el domingo fue la exconsejera Clara Ponsatí la que admitió que el Govern no estaba preparado para implementar la república, ayer fue o el portavoz de ERC y un miembro de la CUP los que han hablado en términos similares, mientras en Bruselas, el expresidente, Carles Puigdemont, abría también el abanico de las posibilidades futuras a una opción final no independentista.

Tras la reunión de la dirección republicana de ayer, su portavoz, Sergi Sabrià, ha argumentado que la República declarada desde el Parlament no se llegó a implementar nunca porque el Govern no estaba preparado para «la violencia» del Estado: «El país y el Govern no estaban preparados para hacer frente a un Estado autoritario y sin límites a la hora de aplicar la violencia. El Govern tenía una línea roja, que era la de la no violencia», expuso en rueda de prensa. Así, los republicanos aseguran que sí hubiera sido posible desarrollar la independencia tras la votación del Parlament, pero no se hizo ante «los riesgos» para los catalanes que suponía enfrentarse a la respuesta estatal.

ERC defiende que la Generalitat hubiera implementado una República si no hubiera violencia, pero asegura que el Govern tenía indicios de que el escenario no sería pacífico: «Ante las pruebas claras de esta violencia, decidimos no traspasar la línea roja». Sabrià defendió que no querían «comprobar con muertos» hasta dónde hubiera llegado la repuesta del Estado, y ahora incluirán en el programa electoral el impulso de un proceso constituyente catalán sin poner plazo sobre cuándo debe conseguirse un Estado catalán.

LA CUP TAMBIÉN / También la CUP está haciendo autocrítica, o más bien crítica respecto a la Generalitat por no haber puesto en marcha la república. «Votando leyes no ha habido suficiente para construir una república», afirmó el concejal cupaire Lluc Salellas.

En una entrevista en el rotativo francófono Le Soir, el expresidente Carles Puigdemont reflexiona sobre las posibles alternativas a la vía secesionista. Sostiene que una solución diferente a la indepedencia es «siempre posible» si bien explica que esta ha sido una alternativa largamente ofrecida en el pasado, sin éxito: “¡He trabajdo durante treinta años para obtener otro anclaje de Catalunya en España! Hemos trabajado mucho en eso, pero la llegada al poder del señor Aznar detuvo esa senda”, afirma.