El juicio del procés pareció vivir ayer dos jornadas en una, por la disparidad de asuntos que abordó. En la primera declararon dos observadores, uno que vino desde Alemania a supervisar el 1-O, gratis, y otra, neozelandesa, que admitió haber cobrado 8.000 euros, gastos aparte, del Diplocat por dirigir un equipo que hizo «un informe histórico» sobre lo que ocurría en Cataluña, sin saber, según declaró ante el tribunal, lo que había pasado el 20 de septiembre durante la operación Anubis. En la segunda, un guardia civil y cinco mossos explicaron al tribunal cómo resultaron lesionados durante el operativo que ese mismo día se desarrolló en Sabadell.

El primero en comparecer fue el político socialdemócrata alemán, ya jubilado, Bernhard von Grünberg, que el 1-O estuvo en cinco centros de votación, acompañado por alguien del Diplocat. El hombre se mostró sorprendido y admirado por la actitud de «contención y tranquilidad» que mostró la ciudadanía, porque «en ningún momento» surgió «violencia», pese a la situación de intimidación” que padeció por la actuación policial, en la que incluyó la vigilancia desde helicóptero y el lanzamiento de pelotas de goma que, destacó, produjo heridos.

Su testimonio, propuesto por la defensa del presidente de Òmnium Cultural, Jordi Cuixart, y del exvicepresidente Oriol Junqueras, contrastó con el de la siguiente testigo, Helena Catt, quien permaneció en Cataluña entre el 4 de septiembre y el 6 de octubre para hacer un informe que iba más allá de la mera «observación electoral».

Catt declaró que el 1-O estuvo en su oficina y que no recordaba con quién de la Generalitat se había entrevistado ni sus cargos, aunque luego situó al exconsejero Raül Romeva en alguna de esas reuniones. Se limitó a decir que había mandado su informe a Rosa Navarro, que trabajaba en el organismo. Según la fiscalía, ella y los 12 miembros de su equipo cobraron en «honorarios a un total de 114.592,15 euros, y en concepto de gastos de alojamiento, viajes y otros, 62.712 euros».

Por su parte, los guardias civiles y mossos que tuvieron que intervenir en Sabadell afirmaron haber sido objeto de insultos y agresiones por parte de un centenar de personas «especialmente hostiles», y que sufrieron lesiones por los ataques.