El domingo, poco después de las once de la noche, al ver que el bloque de la derecha sumaba en la Comunidad de Madrid y en el Ayuntamiento, Pablo Casado respiró aliviado y sus colaboradores le sugirieron que podían improvisar un escenario frente a la puerta de la sede para celebrarlo. Querían festejar no solo que con el apoyo de Ciudadanos y Vox estaban en condiciones de mantener el Gobierno regional y arrebatar a Manuela Carmena (Más Madrid) el consistorio, sino también que Casado salvaba su liderazgo. Sin embargo, la privilegiada situación de los naranjas de Albert Rivera está haciendo sospechar a los populares que vendieron la piel del oso antes de cazarla.

Madrid es más que nunca por donde todo pasa. El presidente del PP necesita mantener, sobre todo, la comunidad madrileña, para evitar la crisis interna que estaba en ciernes y que ahora se ha quedado en modo pausa, a la espera de ver el poder que finalmente retiene el partido. El líder de Ciudadanos precisa que su formación entre en una Administración cuanto antes para demostrar que sabe gestionar. La artimética electoral le permite intentar que su candidata, Begoña Villacís (la tercera con 11 concejales, tras el PP con 15 y Más Madrid 19), acabe siendo alcaldesa de la capital, lo que daría a Ciudadanos una visibilidad casi sin parangón.

Los naranjas hicieron la propuesta en el primer contacto mantenido con el secretario general de los populares, Teodoro García Egea, explican fuentes conocedoras de esas primeras conversaciones. El número dos de los conservadores dio un no rotundo que fue suavizándose hasta ayer, cuando algunos dirigentes del PP de Madrid admitieron que era una posibilidad puesto que Cs debe ver compensado de alguna manera el apoyo que le pide el PP en otras muchas autonomías claves como Castilla y León y Murcia, además de la de Madrid.

Pero para aupar a Villacís en el consistorio madrileño se requiere la ayuda del PSOE, algo a lo que el alcaldable Pepu Hernández no se ha negado. Él aseguró ayer que trabaja para «aislar a la extrema derecha». De hecho, la dirección socialista avisó el lunes de que el objetivo de poner a Vox en cuarentena requeriría de sacrificios. El de facilitar la alcaldía a Villacís podría ser uno que el PSOE se podría cobrar en Castilla y León, una región en la que Cs es bisagra.

Otro protagonista en esta negociación a múltiples bandas es Santiago Abascal, indispensable para la triple alianza de la derecha que requiere Casado en nada menos que tres gobiernos autonómicos (Madrid, Murcia y Aragón). El presidente de la Xunta, el popular Alberto Núñez Feijóo, uno de los barones críticos por sus advertencias contra la derechización de Casado, afirmó que le parece bien que el PP se apoye en Vox pero sin permitir que la formación ultra entre a formar gobiernos.

Todas las piezas del puzle se están negociando a la vez y a varias bandas. Antes del 15 de junio tendrán que estar cerradas las alianzas en los ayuntamientos y, entre el 11 y el 30 del mismo mes, los pactos para los gobiernos de las 12 comunidades y Ceuta y Melilla. Se da la circunstancia de que el mismo día 11 deben de estar dos: Madrid y Murcia.