Visionar la última sesión de control parlamentario a Mariano Rajoyes retroceder un año en el tiempo pero tener la sensación de que han transcurrido dos glaciaciones a las que muchos no lograron sobrevivir. Era 21 de octubre del 2015 la última vez que el líder del PP se sometió a examen en el Congreso. Enfrente tenía a Pedro Sánchez y a Rosa Díez (UPD), ambos ya fuera de las Cortes. Podemos y Ciudadanos no tenían entonces representación parlamentaria y soñaban con un Gobierno distinto. Tras casi 400 días sin dar explicaciones, este martes Rajoy responderá ante el Senado y el miércoles en el Congreso. El presidente volverá a ocupar su mismo escaño en el hemiciclo, pero casi todo a su alrededor habrá cambiado, y él es muy consciente de que aunque ha logrado retener el poder, su mayoría es ya minoritaria.

Rajoy tendrá que responder a nuevos líderes, y en la provisionalidad, el portavoz socialista Antonio Hernando planteará la pregunta al presidente. Iglesias está determinado a aprovechar la debilidad delPSOE para erigirse en jefe de la oposición y ya ha advertido de que empleará un tono duro. Este miércoles, sin embargo, no podrá preguntar a Rajoy, puesto que en lugar de registrar una pregunta al presidente solo pidió defender una interpelación sobre pobreza energética. Sea decisión o error lo sucedido, sorprende. Podemos viene toda la semana poniendo el grito en el cielo porque en el reparto de cupos para preguntar al presidente cree que sale perjudicado: el PSOE podrá hacerlo en todos los plenos (tres al mes) y las otras dos preguntas serán rotatorias entre el resto de partidos, lo que deja a Iglesias con un cara a cara cada tres sesiones.

ESTILO RUFIÁN

La otra figura que emerge como azote del Gobierno es Gabriel Rufián, el portavoz de ERC. Hasta la anterior legislatura, los republicanos estaban inscritos en el Grupo Mixto, y por lo tanto, debían repartirse la cuota de intervenciones con los otros partidos, pero esta vez tendrán voz propia. La personalidad de Rufián ya se hizo notar durante los tres debates de investidura que ha habido este año (los dos fallidos de Sánchez y Rajoy, y el definitivo, del 29 de octubre) y todo hace augurar que continuará en la dinámica de la irreverencia.

Ciudadanos ocupará un papel distinto, basado en reclamar al Gobierno que cumpla las exigencias que Albert Rivera planteó a Rajoy a cambio de un ‘sí’ en la investidura. C’s ya ha anunciado que ejercerá una “monitorización” de la acción del Ejecutivo para vigilar si esos acuerdos se están cumpliendo y pondrá su énfasis en las políticas de regeneración.

En esta legislatura, el Partit Demòcrata, la antigua Convergència, deja de tener grupo propio, y pertenece al Mixto, hecho por el cual su portavoz, Francesc Homs, tendrá menos posibilidades de preguntar a Rajoy en las sesiones de los miércoles.

Durante un año, el jefe del Ejecutivo ha evitado estos duelos amparado en que el Gobierno estaba en funciones. El Congreso, durante la breve etapa presidida por el socialista Patxi López, denunció la incomparecencia por considerar que no es un eximente para someterse al control parlamentario, y que el poder legislativo no tiene sus competencias recortadas. El Tribunal Constitucional tenía que dirimir el asunto con cierta urgencia, pero ha incumplido todos los plazos y todavía no ha dictado una sentencia que, en todo caso, a estas alturas ya no resuelve nada.