Pedro Sánchez echó ayer marcha atrás en el impuesto a la banca, que formaba parte del proyecto socialista, y provocó así el malestar de Podemos, con quienes el presidente quiere sellar un pacto en noviembre para sacar adelante los Presupuestos. La iniciativa está repleta de obstáculos, y en el Gobierno empiezan a ligar su suerte a la aprobación de las cuentas públicas. El líder del PSOE rechazó continuar la legislatura con los Presupuestos de este año, una de las últimas obras de Mariano Rajoy antes de ser desalojado de la Moncloa. «Estos no son mis Presupuestos», dijo en la Ser. El Ejecutivo, continuó, «solo tiene una opción»: sacar adelante su propio proyecto. Uno de sus dirigentes de más confianza, José Luis Ábalos, ministro de Fomento, insistió: «Nuestra vocación no es permanecer en el poder por el poder. Esa es la gran diferencia con la derecha».

El impuesto a la banca es una de los medidas fiscales en las que el PSOE y Podemos estaban de acuerdo. Sánchez lo propuso a comienzos de año para financiar el sistema de pensiones. En el Presupuesto alternativo que presentaron a mediados de abril, los socialistas defendieron este tributo, junto al de las transacciones financieras, con los que preveían recaudar 2.000 millones de euros al año (1.000 con cada uno). Pero ahora solo este último está en la mente de Sánchez. «Vamos a aprobar un impuesto sobre transacciones financieras», dijo el presidente ante una pregunta directa sobre el impuesto a la banca.

El anuncio provocó las quejas de Podemos, pero los morados evitaron el ataque frontal. Su secretario de organización, Pablo Echenique, reclamó «una rectificación», al menos «comunicativa», y abrió la puerta a otros medidas «que permitan acabar con que los bancos no paguen impuestos», útiles para «financiar las mejoras sociales» que persigue la formación morada. «Tendrán que explicar qué otro privilegio fiscal se pretende eliminar», dijo Echenique, que también se mostró crítico con los tiempos del Ejecutivo, que quiere presentar el proyecto de las cuentas públicas en noviembre y aprobarlas en torno a febrero. Podemos defiende un proceso más rápido.

La idea de Sánchez pasa por sellar un acuerdo con Pablo Iglesias y después abrirlo al resto de grupos que apoyaron su moción de censura. El pacto con el PNV se vislumbra más sencillo que con ERC y el PDECat. Ambos partidos catalanes vinculan su respaldo a una salida de los políticos independentistas presos, pero el Ejecutivo asegura rechazar cualquier presión a la fiscalía.

IMPUESTO DE SOCIEDADES / De momento, las energías del Gobierno están dirigidas a Podemos. Las negociaciones fiscales se centran en el tributo sobre transacciones financieras y en la reforma del impuesto de sociedades, que también afectaría a la banca. Sánchez reiteró su apuesta por un tipo mínimo del 15% a las grandes corporaciones, que pagan un tipo efectivo inferior al 7% frente al tipo general del 25%, explicó. «Hay un margen de mejora clarísimo», dijo el presidente, que también anunció un impuesto al diésel por ser un combustible «altamente contaminante». La ministra de Industria, Reyes Maroto, no debía conocer la medida, o no en todos sus términos, porque poco después dijo que era un «globo sonda». «Se ha hablado mucho del impuesto del diésel, pero el Gobierno aún ni siquiera lo ha anunciado», dijo Maroto.

La descoordinación sirvió a Pablo Casado para hablar de «confrontación» dentro del Ejecutivo. «Cuando gobierna el PSOE suben los impuestos», señaló el líder del Partido Popular.