«Son como dos jugadores derrotados en el ring que se giran mirando hacia atrás para que les sostenga su equipo antes de desplomarse». La imagen la utiliza un dirigente independentista para explicar el súbito fracaso de las negociaciones entre el Gobierno y la Generalitat, un naufragio que, salvo deus ex machina, cristalizará mañana en un varapalo definitivo a los Presupuestos que conducirá a un adelanto electoral para el que Pedro Sánchez viene preparándose desde su primer día en la Moncloa, a pesar de que acarició largamente la idea de apurar la legislatura hasta el 2020. Salvo imponderables, admiten ya en el Ejecutivo, el presidente convocará comicios legislativos para antes del verano para no perder la fuerza del relato: los independentistas han roto el espíritu de la moción de censura, un Gobierno progresista debe buscar otros aliados.

El gabinete de Sánchez ha analizado varias fechas en abril, mayo y junio. Todas están sobre la mesa aún, dicen, y será el presidente quien decida tras el miércoles. La más próxima sería el 14-A, día en el que coinciden aspectos que se consideran positivos para el imaginario colectivo progresista (conmemoración de la II República), negativos (vacaciones de Semana Santa, posible caída de la participación) y cáusticos (es el cumpleaños del líder de Vox, Santiago Abascal).

El Gobierno reconoce que la opción del 14-A, adelantada por la agencia Efe ayer, es una opción, pero no la da por cerrada, especialmente por el temor a las desmovilización del electorado en un Domingo de Ramos. Sucede lo propio con el siguiente, 21-A, Domingo de Resurrección. Si el factor participación pesa, por lo tanto, la fecha más cercana sería el 28-A, teniendo en cuenta que la ley establece que se debe convocar con un mínimo de 52 días. En mayo podría coincidir (26-M) en un superdomingo que no gusta a los barones del PSOE.

El portazo de los independentistas al presupuesto no parece alterar a los hiperventilados, que alegan que es mejor para Sánchez ir a elecciones sin el lastre de un apoyo independentista a los Presupuestos, ni coge por sorpresa al equipo presidencial.

Es cierto que durante algún tiempo las conversaciones entre Gobierno y Generalitat hicieron creer, por lo menos en Madrid, que ERC y PDECat iban a permitir la tramitación de las Cuentas públicas, pero lo cierto es que el equipo de Sánchez previó el escenario que ahora está a punto de confirmarse, según adelantaron a este diario fuentes conocedoras de la estrategia: ruptura con el soberanismo en febrero a cuenta de los Presupuestos, mensaje de firmeza frente a un independentismo que deja de ser aliado, convocatoria de elecciones en primavera y una campaña presidencialista en las generales que ejercería influjo sobre la contienda del 26 de mayo.

Ese plan, uno de los que ha manejado la Moncloa, preveía también llegar a esas elecciones sin haber formado Gobierno y negociar con otros partidos conjuntamente los ejecutivos regionales y el estatal. Y un detalle con aviso a navegantes: ninguna encuesta augura que el bloque de las izquierdas llegue a sumar, pero el PSOE y Cs sí. Fuentes cercanas a Sánchez negaron que esta previsión estuviese sobre la mesa.

Fuentes socialistas expresaron que abril les parece «precipitado» y hasta el expresidente González aplaude que Sánchez no negocie la autodeterminación. La intención era ir a elecciones con un paquete de acción: cambios en la reforma laboral, en la ley mordaza, eutanasia y exhumación de los restos de Franco. Sánchez llevará este último asunto al Consejo de Ministros del viernes.