Pedro Sánchez trata de poner a Albert Rivera frente a la incómoda disyuntiva de elegir pactos con Vox o con el PSOE en territorios donde Ciudadanos puede entregar gobiernos a derecha o izquierda. Para allanar el entendimiento, el presidente del Gobierno en funciones despliega una táctica en tres direcciones. Uno. Aumenta la presión al exigirle que retire el veto a los socialistas rodeado por liberales europeos que no parecen dispuestos a aceptar que uno de sus socios se alíe con los ultras. Dos. Explora fórmulas de compensación, por ejemplo en Madrid. El PSOE podría apoyar a la candidata naranja a la alcaldía de si Rivera renuncia a entregar la Comunidad al PP. Y tres. Sugiere a Pablo Iglesias que se olvide de la coalición de gobierno que le viene exigiendo. En este contexto, a los de Pablo Casado le empiezan a salir más caros los pactos con Cs de lo que muchos parecieron intuir la noche electoral y, quizá por ello, ayer corrió a recordar que su socio preferente es Rivera.

Sánchez dejó el mismo mensaje a Rivera e Iglesias desde las moquetas azules de la UE, en Bruselas. Les aconsejó que «reconsideren sus estrategias». Recordó que el próximo Gobierno estará formado por socialistas e independientes, aparentemente lejos de tomar en consideración la reclamación de Podemos de obtener puestos en proporción a sus resultados. Los morados, tras escuchar al presidente, pusieron en valor los votos obtenidos en las elecciones generales y recordaron que esos escaños no se han movido tras el 26-M.

«QUITAR EL CORDÓN» / Sánchez no dedicó un segundo más a Iglesias. Sí insistió con Rivera. Le recomendó que no pacte con ultras porque «en Europa no se entiende» que un liberal llegue a acuerdos con Vox. «Hay que quitar el cordón sanitario al PSOE. Más allá de la dialéctica electoral, los partidos tienen que reconsiderar sus estrategias», señaló a su llegada a la cena informal con sus homólogos europeos. Evitó ataques duros. A lo más que llegó fue a opinar que Rivera debe asumir que si pacta con Vox está ante una «contradicción muy grande».

AYUNTAMIENTOS EN JUEGO / Hay 25 alcaldías en los que Cs decidirá si entrega el poder a derecha o izquierda. De ellos, en 15 casos sería necesario incluir a Vox en la alianza.

Con el puzle electoral, los socialistas han comenzado a estudiar fórmulas de intercambio en plazas clave. Una de ellas, Madrid. El PSOE obtuvo un resultado escuálido en la capital (8 concejales) pero explora la posibilidad de frustrar un gobierno de derechas apoyando a la candidata de Cs, Begoña Villacís, que quedó tercera (11 regidores), por detrás de Más Madrid (19) y del PP (15). Esto requeriría la complicidad de Manuela Carmena.

A cambio de remar en el ayuntamiento en favor de Ciudadanos, los de Sánchez podrían pedir a Albert Rivera que no entregue el gobierno de la Comunidad al Partido Popular, máxime porque sería necesario un pacto incómodo con los ultras de Vox, que ya ha dicho que a partir de ahora se cobra los apoyos en butacas. Está por ver si el PSOE pediría la presidencia o se conformaría con frustrar que los conservadores retuvieran ese feudo.

Los socialistas ven más sencillo el acuerdo, por ejemplo, en Castilla y León, por el perfil del barón de Cs, Francisco Igea, que fue candidato después de reclamar tras un presunto pucherazo de la figura afín a la dirección estatal. El líder regional prometió este martes un cambio tras 32 años de gobierno del PP, aunque especificó si apoyará al socialista Luis Tudanca. En Aragón, los socialistas también intentarán el respaldo de Cs para presidir la comunidad, aunque creen que el perfil del líder regional puede dificultar un acuerdo.