El PSOE, Podemos y sus confluencias han pactado con profusión en las últimas semanas. Allí están los gobierno en autonomías como la Comunidad Valenciana, Canarias y Baleares y en ciudades como Barcelona. Una capacidad de acuerdo que se han enquistado en el Congreso con Pedro Sánchez y Pablo Iglesias. Ambas formaciones no olvidan lo ocurrido en el 2016, cuando la falta de entendimiento dio dos años extra a Mariano Rajoy. La moción de censura parecía abrir un nuevo clima de colaboración entre los dos que vuelve a ponerse en entredicho por unas tensas negociaciones que no solo tienen en vilo el gobierno del Estado sino también el de Navarra, Aragón, La Rioja.

Javier Lambán tiene previsto presentarse a la reelección como presidente aragonés el martes y miércoles. Además de los apoyos ya asegurados de Chunta Aragonesista (CHA) y del PAR, necesitaría cuatro votos más (y Podemos tiene cinco). Los morados y el PSOE en Aragón muestran una sintonía mayor de la que desprenden ambos partidos en Madrid. Pero no habrá entente antes de que hoy se despeje el futuro de la gobernabilidad en España.

Los riojanos también están muy pendientes de lo que pase esta tarde en el Congreso de los Diputados de Madrid, conscientes de que puede tener repercusiones en su gobierno autonómico. El PSOE y Podemos riojanos retomarán en agosto las negociaciones para formar después de que la pasada semana la podemista Raquel Romero, no apoyase a la candidata socialista, Concha Andreu. Romero se mostró «segura» de que el «generoso» paso dado por Iglesias al renunciar entrar en el Ejecutivo de Sánchez repercutirá en lograr también uno en La Rioja.

El secretario de organización del PSN-PSOE, Ramón Alzórriz, anunció ayer que «en breve» habrá «resultados encima de la mesa de cara a conformar un gobierno progresista en Navarra». Además de los votos de Geroa Bai, Podemos e Izquierda-Ezkerra, la socialista María Chivite necesitaría la abstención de Bildu.

Madrid también está a la espera. Pasada la segunda votación de Sánchez, Vox, PP y Ciudadanos podrían volcarse para desencallar las negociaciones siguiendo el ejemplo de Murcia.