Pocas veces Mariano Rajoy acierta en su lectura sobre la naturaleza de Podemos, pero hay algo cierto que repite como un mantra y ayuda a comprender lo traumático de la guerra abierta en el partido morado. Sus dirigentes son “una panda de amigos”. Restando la connotación negativa, el fondo de la afirmación es real, y por ello la disputa interna abierta tras un batacazo electoral que les resta 1,2 millones de votos cuando se veían encabezando el gobierno, resulta tan dolorosa y difícil de digerir. Las dos facciones enfrentadas, errejonistas y pablistas, fueron, también, amigos. Ya no tanto. Tienen grupos separados y se critican mútuamente, pero los lazos afectivos del pasado hacen lacerante una pugna, que les desangra en una hemorragia que no logran contener a pesar de que temen que sea aún más dañina que el propio resultado en las urnas.

Las heridas abiertas en primavera, por la destitución de Sergio Pascual como secretario de Organización, se cosieron rápido y los rencores quedaron en segundo término para afrontar juntos nuevas elecciones. Ahora esa contención parece imposible.Pablo Iglesias no logra que los dirigentes dejen de ventilar en público sus diferencias ni evitar uno de los efectos que más le exaspera: las filtraciones a la prensa. Quiere que el debate se dé en los órganos de dirección. De momento, este viernes hay convocada una reunión con IU y todos los socios territoriales. Fuentes de Podemos adelantan que no habrá declaraciones, en el enésimo intento por relajar una tensión que va en aumento y tiene a la alianza como epicentro.

Íñigo Errejón discrepa de Iglesias. Considera que la confluencia se debe “revisar” y que él apuesta en un Podemos como fuerza “independiente y autónoma”. Alberto Garzón no tardó en responder, vía carta a sus simpatizantes: “Es positivo que nos preguntemos si la confluencia ha sido buena idea. Yo creo que sí”, defiende. El mensaje enviado por Pablo Echenique, secretario de organización, al grupo del consejo ciudadano estatal, advirtiendo de que está dispuesto a extirpar “las malas hierbas”, en referencia a los dirigentes que cruzan acusaciones, incrementó el malestar. En un mensaje posterior, Echenique se explicó, porque el tono sonaba a amenaza, pero dejó claro que no va a tolerar actitudes que dañen al partido, enfrascado en debatir si debe continuar la alianza con IU.

CONTENER LAS FILTRACIONES

Los dirigentes de Podemos, por igual pablistas y errejonistas, son conscientes del peligro que entraña una disputa abierta y narrada en directo en los medios de comunicación. Por ello, en ambas facciones la consigna es frenar las filtraciones a la prensa y evitar hacer declaraciones. De hecho, las entrevistas que están ofreciendo los miembros de la dirección son con cuentagotas. Compensar incluso las de un bando y las de otro resulta un equilibrio complicado.

Sin embargo, a pesar de ese esfuerzo de contención que piden, tampoco los líderes han logrado sortear la polémica. Iglesias salió el martes a defender la alianza con IU. Errejón la puso en cuarentena el miércoles. Echenique lanzó sus advertencias. La líder en Andalucía,Teresa Rodríguez, no solo defendió la confluencia, sino que atacó la campaña diseñada por Errejón. Y todo esto en público. Los grupos privados de Telegram, de una facción y de otra, relevan que esta vez para coser las heridas van a necesitar algo más que unos puntos de sutura improvisados.