Una de las almas de Podemos ha decidido tensar la cuerda. Ante la implosión del PSOE, los afines a Pablo Iglesias parecen dispuestos a ahondar en el abismo al que se asomarán los socialistas si finalmente asumen como abstenerse para desbloquear la situación y tolerar una reelección de Mariano Rajoy. El secretario general considera que su partido tendría dificultades para continuar apoyando a los gobiernos del PSOE en comunidades como Castilla-La Mancha, Aragón, Extremadura o la Comunidad Valenciana. Desde hace días, Iglesias y su órbita más próxima, vienen advirtiendo que si hay una abstención socialista “tomarán nota”. ¿Qué significa esto? El líder no va más allá, sostiene que en todo caso es una decisión autónoma de los barones morados, pero en su discurso remarca la amenaza. Un aviso a navegantes que su secretario político, Íñigo Errejón, trata de rebajar. Dice el 'número 2' que comprende la incoherencia, pero subraya que el tablero autonómico y el estatal no deben mezclarse.

¿Cuánto hay de amago y cuánto de cierto en la posibilidad de romper? Voces territoriales de Podemos explican a este diario que el envite es dialéctico, que necesitan desmarcarse de un socialismo que, intuyen, se va a abstener. Que quieren hacer visible que un gobierno del PP en la Moncloa puede dejarles sin presupuestos para las políticas sociales que tienen comprometidas con el PSOE. Pero más allá de lo verbal, admiten, no hay pasos en firme. En conversaciones informales, los dirigentes autonómicos podemistas reconocen que no existe plan de ruptura y que esa sería una maniobra descabellada, porque implicaría que los barones del PSOE pudiesen recibir el apoyo del PP. Permitir que los conservadores vuelvan a los gobiernos autonómicos significa traspasar una frontera peligrosa, con difícil explicación a los electores.

La Comunidad Valenciana es un ejemplo. Allí gobiernan socialistas y Compromís, los socios de Podemos, con apoyo morado. La fórmula es bandera de Podemos e Iglesias la puso como ejemplo cuando trataba de negociar con pedro Sánchez un gabinete de coalición progresista. La fuerza valenciana, con Mònica oltra a la cabeza, ya ha adelantado que le parece una temeridad romper el pacto y, más allá de declaraciones ambiguas, los líderes de Podemos tampoco están dispuestos a poner en jaque el acuerdo.

En Castilla-La Mancha el barón podemista José García Molina fue el primero en plantar cara, la semana pasada, pero no condicionó su decisión a la posición del PSOE ante la investidura, sino al incumplimiento programático. El presidente, Emiliano García-Page, ya ha reconocido el retraso en la ejecución de compromisos adquiridos y fuentes de la dirección de Podemos admiten que las discrepancias están en vías de solución.

ECHENIQUE, EL MÁS FIRME

El único líder territorial que sí ha dado una vuelta de tuerca es Pablo Echenique, quien además es el secretario de Organización de Podemos y en los últimos meses ha mostrado su sintonía con Iglesias, aunque sigue reivindicando su “neutralidad”. El lunes, después de la agonía socialista del fin de semana, cuando todavía estaba por constituirse la gestora del PSOE, explicó que se plantearía revisar el acuerdo de gobierno territorial si finalmente había una abstención. Hasta el momento ninguno de los barones morados ha ido más allá y fuentes de la dirección dudan que realmente puedan hacer algo más que tensar la cuerda.

Este sábado los líderes territoriales y estatales se reunirán en el Consejo Ciudadano Estatal para analizar la situación política y definir qué línea de actuación debe implementar Podemos en el nuevo escenario.