El viejo PP, el ala ultraliberal del partido vuelve a dominar su feudo más preciado, la Comunidad de Madrid, decidido a emplear ese poder institucional para torpedear al Gobierno de Pedro Sánchez. Después de cosechar el peor resultado de su historia en unas elecciones generales (66 diputados), con Ciudadanos pisándoles los talones (la formación de Albert Rivera está a tan solo nueve escaños) y tratando de liderar la oposición, los conservadores arroparon ayer a Isabel Díaz Ayuso en su toma de posesión como presidenta madrileña, decididos a convertirla en el ariete contra el PSOE. Gobernar Madrid da oxígeno a Pablo Casado al frente del PP, pero el plan está sometido a enormes tensiones.

Los populares conservan un feudo esencial, pero por primera vez en 24 años deben compartirlo con Ciudadanos, rival en el centroderecha, al que han cedido seis de las 13 consejerías, y necesitan, además, agradar también a Vox, cuyos votos fueron imprescindibles para poder salvar la investidura.

Arropada por Casado y glorias del PP aznarista como el exalcalde Alberto Ruiz-Gallardón o la expresidenta Esperanza Aguirre, Ayuso defendió un Gobierno que, aún sin ninguna de las ampliaciones de derechos anunciada, dice tener «la libertad» como eje. En la Real Casa de Correos (Puerta del Sol de Madrid), sede del Ejecutivo regional, la presidenta aseguró que trabajará para «hacer que Madrid siga siendo el faro de España».

También el presidente popular quiso poner a la región como ejemplo de la gestión que llevaría a cabo de acceder a la Moncloa. «Madrid será una referencia a nivel nacional para cuando lleguemos al Gobierno nacional», planteó, tras defender un programa basado en la bajada de impuestos. Casado apremió a Sánchez a que ofrezca a Ciudadanos un pacto para conseguir su investidura y evitar de esta manera la repetición de las elecciones.

La nueva presidenta, en su discurso, se comprometió a incentivar que las empresas tengan horarios laborales que fomenten la conciliación con la vida laboral y familiar, y a reforzar los mecanismos que ya existen para que «ninguna mujer se sienta vulnerable, amenazada y viva sin libertad», pero no hizo mención explícita a la violencia de género, fórmula que evita desde que empezó a negociar su investidura con Vox.

El portavoz autonómico del PSOE, Ángel Gabilondo, reclamó a Ayuso que gobierne sin caer en el «supremacismo madrileño» y que también tenga altura de miras para no utilizar su poder en contra de Sánchez, sino para intentar legislar en favor de la ciudadanía. Gabilondo afirmó estar «preocupado» por la «línea bastante conservadora» del nuevo Ejecutivo.

Por su parte, la portavoz deVox, Rocío Monasterio, volvió a mostrar su disconformidad con la arquietectura institucional del nuevo Ejecutivo y criticó especialmente que PP y Cs hayan ampliado el número de consejerías. En su opinión, hay «demasiada consejería y demasiado sillón», algo que va «en sentido contrario» a lo que propugna Vox.