Pablo Casado, presidente del PP, e Inés Arrimadas, portavoz de Ciudadanos en el Congreso, empezaron ayer a señalarse mutuamente como responsable de que ERC pueda tener influencia en el Gobierno, si finalmente ayuda a Pedro Sánchez con su abstención. Para ambos, la negociación entre socialistas y republicanos está superando las líneas rojas de la Constitución y consideran que el contenido de ese eventual acuerdo romperá la igualdad entre los españoles.

Ninguno quiere emular al caso de Manuel Valls en Barcelona, cuando prefirió facilitar la continuidad de Ada Colau antes que permitir que gobernara el republicano Ernest Maragall. Según Casado, el PP no puede colaborar en que Sánchez siga en la Moncloa porque eso le pasaría factura y España se quedaría «sin alternativa». De hecho, reclamó a Sánchez que, si no consigue revalidar su cargo, «debe dejar paso» a otro dirigente socialista con otro concepto de España. Su portavoz en el Congreso, Cayetana Álvarez de Toledo, cree que la negociación con ERC «es como si Felipe González hubiera ido a Figueras a negociar con Tejero».

Según Arrimadas, el secretario general del PSOE tiene cerrado ya un acuerdo «con populistas» y eso le impide cualquier acercamiento. Tanto el PP (89 diputados) como Ciudadanos (10) tienen en su mano hacer presidente a Sánchez sin la necesidad de los independentistas. El partido naranja, aunque solo tenga una decena de diputados, debería votar sí y sumar ese respaldo a Podemos y otros grupos minoritarios. Las opciones de los populares son variadas.

CITAS EN LA MONCLOA / En todo caso, la dirigente de Cs sigue insistiendo en su propuesta de alcanzar un acuerdo «constitucionalista» entre PSOE, PP, Navarra Suma y su partido (221 escaños). Arrimadas, que intentó hablar por teléfono ayer con el jefe del Ejecutivo en funciones pero no tuvo suerte, se lo podrá decir en persona el lunes. Tras recibir el encargo del Rey, Sánchez anunció que convocará a Casado y a Arrimadas en la Moncloa. Por su parte, el presidente de Vox, Santiago Abascal, confirmó al Monarca su no rotundo al candidato socialista y denunció la «gravedad de la situación política» y la «anormalidad institucional» que se vive, a su juicio, por culpa del presidente en funciones.