El estado de alarma continúa, las alianzas del Gobierno se tambalean. Pedro Sánchez logró ayer sacar adelante en el Congreso la prórroga de 15 días, pero por el camino ha visto cómo su pacto con Cs ha multiplicado los recelos de sus aliados tradicionales, que en su amplia mayoría no han apoyado la iniciativa.

«Nadie tiene derecho a derrochar lo que hemos conseguido entre todos», sentenció Sánchez nada más comenzar el debate y tras recordar las duras medidas de confinamiento de los últimos meses. Para el presidente, no prorrogar al menos 15 días el estado de alarma supondría echar por tierra los avances logrados. También acabar con el mando único del Ministerio de Sanidad, algo que reclamaba ERC como condición para abstenerse y no votar en contra. Pero esas mismas medidas tienen profundos efectos políticos: están agrietando la mayoría de izquierdas que permitió la reciente investidura.

LOS APOYOS / Todos los que participaron en la reelección de Sánchez, acusaron a la coalición de socialistas y morados de buscar un cambio de cromos, de pasar de la izquierda a la derecha. Todos, salvo el PNV, que volvió a respaldar al Ejecutivo. Con el apoyo de los nacionalistas vascos y de los naranjas, unido al de algunos minoritarios, el Gobierno logró 177 síes, una ajustada ventaja ante los 162 diputados de PP, Vox, JxCat, ERC, la CUP, Compromís y Foro Asturias que votaron en contra. Tan solo hubo 11 abstenciones, entre ellas los 5 diputados de Bildu tras alcanzar un acuerdo con el Gobierno para no «obstaculizar» la alarma a cambio de derogar la reforma laboral del PP del año 2012.

Antes de conocerse el pacto, Pablo Casado ya acusó a Sánchez de convertir la votación en «una subasta con separatistas y proetarras», de hacer «ojitos» a Bildu y de ir «como pollo sin cabeza».

El presidente defendió el mando único. A su juicio, la capacidad de cada autonomía para decidir sobre el desconfinamiento sin necesitar el visto bueno del Gobierno central, como reclama ERC, traería una situación caótica, en la que sería imposible garantizar que no hubiese desplazamientos entre territorios.

«Asimetría no significa desunión. Saldremos a distintas velocidades, pero saldremos unidos. No hay salida en el desorden», dijo Sánchez, que ha optado aquí por un enfoque distinto al de Italia, por ejemplo, que en contra del criterio científico ha traspasado la responsabilidad a sus regiones, que ya pueden decidir sobre las medidas de desescalada. Las comunidades, dijo, «recuperarán capacidad de decisión».

«El estado de alarma ha funcionado», insistió Sánchez, agradeciendo a los grupos que han apoyado hasta ahora las prórrogas solicitadas por el Ejecutivo. «Con su voto han salvado miles y miles de vidas de compatriotas», apuntó el líder socialista, que dio a entender que habrá otra prórroga (un nuevo calvario para el Gobierno) y pidió «perdón» por «los errores».

DEBILIDAD / El acuerdo con Cs ha evidenciado la debilidad del Ejecutivo, que cada vez se enfrenta a más dificultades para sacar adelante las prórrogas. Sánchez quería llevar la alarma hasta el 27 de junio, y así se debatió en el Consejo de Ministros, pero los naranjas le forzaron a reducir el plazo a 15 días, hasta el 7 de junio. Al mismo tiempo, este entendimiento con los liberales ha provocado un nuevo seísmo interno en la formación que lidera Inés Arrimadas y el malestar de los socios del Ejecutivo, empezando por ERC, que teme que el presidente empiece a mirar más a su derecha, dejando en un segundo plano la mayoría con la que obtuvo la investidura.

No obstante, el Gobierno cree que las actuales divergencias hay que situarlas en el contexto de esta crisis. «Todo es coyuntural en este mundo líquido», sostienen en la Moncloa. Sánchez, de momento, asegura que no quiere cambiar de socios: «El Gobierno mantiene vigentes los compromisos de legislatura».

El portavoz de ERC, Gabriel Rufián, en un duro discurso, advirtió al Gobierno de que el pacto con Ciudadanos pone en riesgo la estabilidad del Ejecutivo. «Hemos fracasado; estamos hoy aquí literalmente llevándonos por delante quizá de forma irremediable el espíritu de la investidura», sentenció. Otros partidos de izquierda tienen la misma impresión. «Nosotros hemos cumplido con nuestros compromisos de investidura. Este es un gobierno de coalición, sí, progresista, de izquierdas», le dijo Sánchez, recordando que los republicanos gobiernan en Cataluña con la derecha de JxCat.

Aun así, el principal protagonista de la sesión fue Cs a quien la derecha, que cargó duramente contra el Ejecutivo y su gestión y llamó a las movilizaciones, acusó de actuar como muleta del Gobierno; la izquierda, de querer derechizar la alianza de PSOE y Podemos. A unos y otros, el portavoz de los liberales, Edmundo Bal, les dijo: «Hoy votamos nada más y nada menos que la prórroga de 15 días».

Hubo muchas acusaciones, pero quizá, el momento más desagradable se vivió cuando la portavoz socialista, Adriana Lastra, se encaró con el popular José Ignacio Echániz, quien le increpó diciéndole «te vas a enterar», según fuentes socialistas, cuando ella le echó en cara la gestión de la crisis del Gobierno de PP en Madrid. Ella le preguntó: «¿Me estás amenazando?»