El PSOE vuelve a enredarse con Cataluña en un momento especialmente ingrato en el que se evidencian las dificultades para mantener un cierto equilibrio entre el tono duro frente al independentismo radical y la voluntad de apaciguamiento. O entre la necesitad de seducir a los catalanes sin enervar al resto del mapa electoral. O entre el guiño al soberanismo y la llamada al PP para que se abstenga. Todas esas disyuntivas, quizá más estratégicas que ideológicas, cristalizaron este ayer. Pocas horas antes del mitin de Pedro Sánchez en Viladecans (Barcelona), en plena crisis independentista, y con el 10-N a la vuelta de la esquina, los socialistas se vieron arrastrados al ojo del huracán al no incluir su apuesta por un modelo federal en el nuevo programa electoral.

La ausencia de la mención al autogobierno en el último borrador, el martes por la noche, disparó el malestar en el PSC, que forzó a la dirección en Madrid a añadir esa propuesta, que sí había figurado en el documento de las generales de abril. Los socialistas salieron atropelladamente del paso y la referencia se incluyó in extremis, pero las críticas estaban servidas: desde Podemos hasta el PP acusaron a Sánchez de carecer de un proyecto honesto para Cataluña.

‘Statu quo’ / El presidente en funciones había dado pistas sobre un posible viraje el pasado 3 de octubre. Sánchez, que en el 2017 abogó por la plurinacionalidad y el «fortalecimiento del autogobierno» en Cataluña, se mostró a principios de mes partidario de mantener el estado autonómico actual y aparcó el federalismo. «Hay gente en Cataluña que quiere una recentralización por parte del Estado de las competencias, otros queremos mantener el statu quo, me refiero al estatuto de autonomía, y otros en cambio que proponen una mayor descentralización», defendió.

Ese paso atrás se tradujo antes de ayer en una ausencia llamativa en el programa electoral del 10-N: ninguna referencia al modelo federal que el PSOE viene defendiendo desde el 2013. La decisión sentó mal en el PSC. El primer secretario de los socialistas catalanes, Miquel Iceta, decidió entonces llamar a la presidenta del PSOE y responsable del programa, Cristina Narbona, para pedirle que se incluyesen las referencias a las declaraciones de Granada (2013) y Barcelona (2017), documentos que abogan por avanzar en un modelo federal y por el reconocimiento de la plurinacionalidad.

«Ellos querían acortar mucho el texto, pero les dijimos que no venía de una frase de más, que esta mención era muy importante», indican fuentes del PSC, que tampoco quieren cargar las tintas en plena carrera electoral. »Se ha filtrado un programa electoral que no estaba terminado», argumentó Sánchez en una entrevista en Antena 3 en la que se comprometió a que esas referencias estarían. Y lo están.

El documento final fue validado por el comité electoral. «Al menos desde 2003, en Santillana del Mar, el PSOE se ha comprometido a las reformas necesarias para un nuevo impulso del autogobierno, luego concretadas en la Declaración de Granada de 2013 y en la Declaración de Barcelona de 2017», figura.

La referencia se incluyó, pero tono de Sánchez fue duro. Comparó al independentismo radical con Vox. «Ambos comparten un mismo modelo y visión de sociedad. Cuando el independentismo más recalcitrante dice que Cataluña es solo una y que solo existen independentistas están, mas o menos, replicando el mismo modelo de sociedad que la ultradererecha para España», reprochó.

Munición electoral / La polémica en Cataluña sirvió como munición para el resto de partidos. El líder del PP, Pablo Casado, acusó a Sánchez de ceder a las «presiones» de Iceta e insistió en que la plurinacionalidad «no existe». «Es decir, Pedro Sánchez vuelve a la agenda de [José Luis Rodríguez] Zapatero, a la nación de naciones y dice hoy con mucha solemnidad ‘no vamos a renunciar a la plurinacionalidad y a la España federal’», censuró. La número dos de Unidas Podemos, Irene Montero, opinó que esta polémica evidencia las «incoherencias» por interés «electoralista» del PSOE . «En función de dónde quieren pescar votos, utilizan un discurso o su contrario», lamentó.