Ahora que Mariano Rajoy y Albert Rivera han iniciado un senda que podría acabar, según espera el PP, con Ciudadanos apoyando a la investidura del presidente en funciones, la presión se ha incrementado sobre el PSOE para que no bloquee un Gobierno conservador. A su izquierda y a su derecha, desde fuera y desde dentro. Pero en la cúpula socialista aseguran estar tranquilos, firmes en su negativa a Rajoy, al menos mientras la formación naranja no pase de su anunciada abstención al ‘sí’. “El rechazo a Rajoy fue unánime en el último comité federal. Todo el partido está unido en torno al ‘no’”, señalan los colaboradores del secretario general, Pedro Sánchez.

Es una tesis discutible. Hubo unanimidad en elreciente cónclave, pero lo que muchos dirigentes dicen en público dista de lo que argumentan en privado. E incluso en público va cogiendo fuerza un relato que empuja a la abstención. Si el miércoles fueron Jordi Sevilla y Odón Elorza, este jueves fue el expresidente del Gobierno José Luis Rodríguez Zapatero quien abogó por reconsiderar la posición tomada por su partido.

Poco antes de participar en un acto en Brañuelas (León), Zapatero pidió al PSOE que “abra un proceso de diálogo interno que aúne el máximo consenso” para “sustanciar la formación de un Gobierno de mayoría”. El exjefe del Ejecutivo no fue tan claro como su homólogo Felipe González, quien considera que los socialistas tienen que “dejar formar Gobierno, incluso si Rajoy no se lo merece”, pero el mensaje admite escasas interpretaciones: los socialistas no deberían bloquear la investidura del líder del PP porque unas terceras elecciones serían, explicó Zapatero, “negativas e inconvenientes”. Muchos son los barones, sobre todo los críticos con Sánchez, que consideran, de forma similar, que si Ciudadanos y Coalición Canaria se alían con los populares (la entente daría 170 diputados, a solo seis de la mayoría absoluta) no quedaría más remedio que abstenerse, con o sin condiciones, pero no lo admiten ante un micrófono para no echarse encima a una parte de la militancia.

EL FRENTE EXTERNO

La presión externa, a diestra y siniestra, tampoco cesa. No hay día en el que el PP y Podemos no carguen al PSOE y sus 85 diputados con la responsabilidad de otra cita con las urnas. Los primeros, por no facilitar con su abstención un Ejecutivo conservador; los segundos, por no explorar una alianza alternativa y de izquierdas que Sánchez, por mucho que evite cerrar del todo esa puerta, parece haber descartado, según su entorno.

Dos ejemplos de este jueves. “Me preocupa la actitud del PSOE. No es inevitable que Rajoy gobierne”, señaló el portavoz del partido morado en el Senado, Ramón Espinar. “Si Ciudadanos avanza hacia el ‘sí’ será más difícil que los socialistas conjuguen el verbo 'bloquear'”, dijo el vicesecretario de Organización de los populares, Fernando Martínez-Maillo. Ese hipotético viraje del partido naranja, que ha cobrado enteros después de que su líder aceptara negociar con el presidente en funciones sobre los próximos Presupuestos y elconflicto territorial con Catalunya, se volverá a explorar la próxima semana, durante el nuevo cara a cara que mantendrán Rajoy y Rivera.

“Es una operación de acoso y derribo”, explica un miembro de la ejecutiva del PSOE, para quien la abstención implicaría entregar a Podemos el liderazgo de la oposición. Sánchez, continúa este dirigente, ha pedido a sus cargos de confianza que mantengan “un perfil bajo” para que el foco se sitúe en Rajoy y el debate interno no coja más fuerza. “Dentro de todo lo malo, lo bueno es que Sánchez ya ha demostrado que sabe soportar las presiones”, continúa la misma fuente, recordando las dificultades orgánicas a las que ha hecho frente el secretario general, con buena parte de los líderes territoriales discutiendo su autoridad, desde que asumió el cargo hace poco más de dos años.

LAS POSIBLES CONTRAPARTIDAS

Aun así, la cúpula socialista reconoce que los mensajes internos y externos para que se muevan no son nada en comparación con los que llegarán si, como consideran probable, Rivera acaba apoyando al PP. “Rajoy sigue con los mismos diputados”, insisten en el entorno de Sánchez. Y mientras no haya cambios en ese sentido, tampoco habrá grandes fisuras en el ‘no’, porque quienes abogan en el PSOE por abstenerse junto con Ciudadanos, y que el presidente en funciones sea reelegido solo con sus 137 escaños, son una minoría.

“Abstenerse cuando Rajoy no ha conseguido ni un solo apoyo sería, en la práctica, un sucedáneo de gran coalición. En ese caso probablemente tendríamos que acordar con el PP gran parte de las medidas de la legislatura. Si suma con Ciudadanos a través de un pacto de Gobierno, en cambio, nuestro rol sería muy distinto”, reflexiona un relevante diputado, quien empieza a barajar la idea de una abstención, llegado el caso, que le salga “muy cara” a Rajoy. Por ejemplo, explica, a cambio de abrir una ponencia constitucionalen el Congreso, derogar la reforma laboral, la LOMCE y la ‘ley mordaza’ e impulsar la dependencia, entre otras contrapartidas.

Pero para todo eso, si llega, falta que Rivera se mueva. Por el momento, Sánchez, tras su infructuoso encuentro del pasado martes, no tiene intención de volver a citarse con Rajoy para repetir lo que los suyos llaman “el paripé”.