La primavera llegó esta semana con la actualidad alterada por los lazos amarillos. El independentismo catalán, con el pulso del president, Quim Torra, a la Junta Electoral Central por los símbolos en recuerdo a los políticos encarcelados, fue uno de los ejes principales del PP y Ciudadanos en los mítines de ayer. El PSOE, sin embargo, con Pedro Sánchez como cabeza de cartel en un acto en Alicante, obvió este asunto, en su estrategia de hacer olvidar sus alianzas con los independentistas. Ante el intento de populares y liberales de polarizar la campaña del 28-A, el candidato progresista azuzó el temor a la reedición de la alianza de Andalucía, donde la suma de los votos de PP, Ciudadanos y Vox tumbaron a la socialista Susana Díaz.

Sánchez pidió a los suyos que se movilicen, que no se fíen de las encuestas que les colocan en el primer puesto y que trabajen por «una amplia mayoría parlamentaria» que les permita gobernar solos, sin socios. «Lo que necesitamos es estabilidad política. Pido un Gobierno que hable con todos, pero que dependa única y exclusivamente de sus propias fuerzas», reclamó en un mitin en la Universidad de Alicante.

Sánchez recordó lo sucedido en Andalucía. «Ganar no es solo ser primero. Hay que ganar y gobernar», añadió. «Cada voto que se quede en casa será por la involución y el retroceso», insistió. Según fuentes del PSOE, necesitan al menos un 70% de participación para obtener un resultado destacado en las urnas.

«EL MÁS RADICAL» / El jefe del Ejecutivo lamentó las dificultades que se ha encontrado en los ocho meses que ha gobernado al tener solo 84 diputados y verse obligado a pactar con Podemos, PNV y los independentistas, a los que no citó. Ahora, de hecho, todo apunta a que en el sector soberanista Sánchez tendría una opción menos para sumar: la del PDECat tomado por Carles Puigdemont.

Tras preguntarse si PP y Ciudadanos van a votar en contra de asuntos como la ampliación de los permisos de paternidad y otras iniciativas de «justicia social», aseguró que «no hay tres derechas», sino una «con tres siglas», que tiene «más testosterona que neuronas», que «reduce la política a confrontar, crispar e insultar» y «quienes insultan es que no tienen argumentos».

Precisamente Casado volvió ayer a recordarle esas relaciones recientes que mantiene con los nacionalistas. Según el presidente del PP, «el responsable» del choque institucional entre la Generalitat y el Estado es Sánchez. Lo considera «el más radical» de todos los dirigentes que ha tenido España. «Lo de Torra ya llegaremos nosotros y lo arreglaremos», llegó a decir en la clausura de un acto de su partido en el acueducto de los Milagros de Mérida. En ese contexto, Casado se refirió al socio predilecto del Ejecutivo socialista, Podemos, y se burló de la vuelta de Pablo Iglesias, que, en su opinión, «es igual que Sánchez». «No hacía falta que volviera», apuntó.

Si el líder socialista volvió a plantear el dilema del futuro, representado por el PSOE, y el pasado, que ve en la alianza PP-Cs-Vox, Casado incidió en el suyo propio: el 28 de abril se elige entre Sánchez, Iglesias, Torra y [Arnaldo] Otegi «en el mismo pack» o el PP, «con acuerdos con fuerzas constitucionales». Casado aseguró en enero, cuando estaba pergeñando el acuerdo con los ultras para la Junta de Andalucía, que Vox era «constitucionalista».