Parece imposible que se puedan aprobar los Presupuestos del 2018 antes de mediados de abril, la fecha límite. En Cataluña todavía no corre el plazo de dos meses para las nuevas elecciones y es por tanto difícil que antes se pueda levantar el 155. Puigdemont no cederá -si al final acepta que sus 20 diputados no bloqueen la investidura- hasta el último minuto. No tiene incentivos para hacerlo antes porque mientras se consolida -al menos ante los suyos- como el presidente legítimo en el exilio. Y adquiere relieve en España al erigirse en la bestia negra del establishment de Madrid.

Un serio analista vasco me dice que Urkullu apuesta por la estabilidad española, pero que prioriza la interna del PNV. Consecuencia: no votará los Presupuestos mientras en Cataluña esté en vigor el 155.

Rajoy y Montoro lo saben. Por eso Montoro dijo el martes que se podrían prorrogar para el 2018 los Presupuestos del 2017. Y añadió -y no le falta razón- que cosas urgentes como los anticipos a las comunidades autónomas, o la revisión del salario de los funcionarios, se podían aprobar por decreto ley. ¿Ve alguien al PSOE votando en contra de más dinero para Andalucía o Valencia? ¿O a Cs y Podemos haciendo naufragar un pacto con los sindicatos para subir salarios en la función pública?

Para el 2018, Montoro tiene razón, aunque, como el BBVA señaló el miércoles, tendría consecuencias negativas sobre la inversión pública, la política fiscal y la contención del déficit. Pero el ministro de Hacienda se pasó al decir que también se podrían prorrogar para el 2019.

Aquí hay más dificultades. En julio se tiene que haber aprobado el techo de gasto del 2019. Pero si Rajoy no saca en abril los del 2018 será muy difícil aprobar tres meses después el techo de gasto del 2019. No ya por el PNV -si para entonces se ha levantado el 155- sino porque Cs ha empezado ya una guerra sorda con el PP por el electorado de centroderecha. En abril, Cs tendría complicado no cumplir su palabra de votar los Presupuestos del 2018 sin ser acusado, con razón, de obstaculizar la gobernación. Pero comprometerse en las cuentas del 2019 es otra cosa porque en primavera habrá elecciones europeas, municipales y autonómicas. Y para esta cita relevante debe estar claramente separado del PP. No ya como un partido de centro liberal -como en las elecciones del 2015 y del 2016-, sino como un duro competidor en el campo del centroderecha nacionalista (español). Como el PP, pero con una imagen más joven y menos reaccionaria. Por eso Rivera eliminó de Cs en su congreso aquello de socialismo democrático. Y por eso insiste en que el PP ha fracasado en Cataluña y tiene excesivos pasteleos con el PVN. ¿Sería posible en julio otro voto conjunto PP-Cs-PNV? Rajoy podrá prorrogar los Presupuestos para el 2018, pero le será casi imposible repetir otro año la jugada. Rivera cree obligado priorizar la imagen de Cs. Y no le importa que ello obligue a adelantar las generales del 2020 a inicios del 2019. ¿Coincidiendo con las europeas, municipales y autonómicas?