Sea por casualidad agendística, sea por el hacer de alguna mano, el jefe del Estado ha visitado Barcelona el mismo día de la solemne apertura de la legislatura. Fue ahí donde Felipe VI lanzó el mensaje que quería lanzar en este día, sino señalado, sí esperado desde hace casi un año y dos elecciones por en medio. El Monarca ha acudido, pues, a la capital catalana a escuchar como respira en el ámbito político y económico. Y Carles Puigdemont se lo ha contado sin demasiados ambages: "El Estado ha negligido sus obligaciones con Cataluña. No hemos contado con las herramientas que precisábamos".

La breve intervención de Puigdemont, en la tradicional entrega de premios Ferrer Salat que organiza Foment del Treball, ha consistido en un torrente de datos económicos que demuestran el liderazgo en estas lides de Cataluña. Desde la aportación del 20% al PIB español con el 16% de población, al papel de locomotora en la creación de empresas y de puestos de trabajo.

Un torrente que ha servido, de fondo, como una especie de autopase para sentenciar: "Y todo esto se ha hecho sin una política fiscal o energética adecuada" [a las circunstancias catalanas]. "¿Se imaginan cómo estaríamos si los puertos fueran autónomos [y no dependieran del Gobierno] y si se hubiera construido el corredor mediterráneo?", ha preguntado el 'president' al auditorio, repleto de lo más granado del empresariado catalán.

FRENTE AL JEFE DEL ESTADO

Frente a esto, Cataluña se ha topado, ha dicho, con un "Estado" --nótese que no ha dicho no solo Gobierno y que enfrente tenía, ni más ni menos, que al jefe del Estado-- que ha negado el pan y la sal, según Puigdemont, en materia de infrastructuras e inversiones. Además, este Estado "desatiende" la voz de la ciudadanía", ha dicho en referencia a las reivindicaciones políticas expresadas en las urnas, y "fiscaliza" las relaciones internacionales, "aun cuando sean para tender nuevos puentes comerciales".

El Rey, que ha cerrado el acto, ha encaminado su discurso por sendas exclusivamente económicas. Así, ha animado a las empresas españolas a "apostar fuerte" por la innovación y la internacionalización. Por la mañana, ya había dejado afirmado que había "un futuro en común" y que España "no podía negarse a sí misma". Por la tarde, en Barcelona, ni una sola referencia a la carpeta catalana.

LA PATRONAL Y EL DIÁLOGO

En el frente económico, el presidente de la CEOE, el catalán Juan Rosell, ha abogado por abrir los "debates sin límites ideológicos". Es más, Rosell incluso ha exhortado a "tener amplitud de miras" y a "tolerar" todas las opiniones, aunque solo respondan a los anhelos de "una parte de la sociedad", "para seguir luego todos juntos", ha sentenciado.

Apelando a su condición de viajero frecuente del puente aéreo, Rosell ha pedido una "pausa" en el debate territorial sobre Cataluña, para que las partes "puedan decirse lo que se espera de ellos". Eso sí, "sin pragmatismos ni maximalismos".

Por su parte, el anfitrión, Joaquim Gay de Montellà, presidente de Foment, ha definido el 'problema catalán' como uno de los dos grandes problemas de esta legislatura, junto con "el ajuste del déficit". "Hay que resolver la cada vez más grande distancia a través del diálogo, la negociación y el pacto". Una frase que bien pudo ser pronunciada en ediciones anteriores de la entrega de los premios. Sin ir más lejos, cuando en el 2013 el entonces 'president' Artur Mas plantó a la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría (también presente este jueves) por unas diferencias en cuanto al protocolo.