El partido está roto». Esta es una de las afirmaciones que resume lo sucedido este fin de semana en la asamblea del PDECat: un partido en manos del expresident Carles Puigdemont que lo quiere subsumir en la Crida Nacional per la República. Pero hoy por hoy, un partido quebrado y lleno de desconfianzas tras una descarnada guerra por el poder del mismo. Un partido sin apenas proyecto estratégico a la vista más allá del de la disolución en pocos meses.

Las votaciones finales, tras una nueva jornada de tensión entre sectores, certificaron la victoria de la candidatura conjunta y de encaje de bolillos entre fieles a la defenestrada Marta Pascal, que el sábado renunció a seguir comandando la formación catalana, y a Carles Puigdemont. Una victoria amarga del 65,2% con un notable voto de castigo de la militancia de base a lo sucedido este fin de semana, una protesta contra los «pactos de despacho» que ha logrado casi un 30% de votos favorables a una lista sin nombres propios y que exigía simplemente elecciones primarias, listas abiertas y transparencia.

Así pues, la imagen de unidad que se quiso transmitir durante la jornada de clausura (con invocaciones reiteradas a la cohesión por parte del nuevo presidente del partido, David Bonvehí, o el expresidente Artur Mas, entre otros) fue un puro espejismo. La prueba de ello es la división que se vivió en las votaciones de las ponencias política y organizativa en cuestiones clave como las incompatibilidades de cargos o la hoja de ruta hacia la independencia.

Una de las victorias logradas por la facción de Marta Pascal consistió en el rechazo a un texto de los críticos que reclamaba hacer efectiva la república catalana de manera «inmediata». Una propuesta que venció en asambleas como la celebrada en la comarca del Baix Llobregat hace unos días, pero que ayer domingo no prosperó. Finalmente el PDECat aboga por de hacer efectiva la república «lo antes posible».

En cambio, sí prosperó una enmienda de los críticos a favor de reintroducir el concepto de «unilateralidad» en los estatutos del partido. Una y otra decisión dan idea de un partido dividido entre los partidarios de un soberanismo gradualista y los que, en línea con las tesis de Puigdemont, están por mantener la confrontación con el Estado.

En este clima de división, Bonvehí articulaba una lista de 29 nombres con presencia de los actuales dirigentes, salvo Pascal, y con fieles a Puigdemont. Todo siempre en conversaciones de despacho y la influencia de los exconsellers presos. Algo que irritó a buena parte de las bases: «Se han pasado con la dictadura y el chantaje», protestaba una asociada a media mañana. Este enojo se tradujo en la presentación de una lista promovida por las bases y con un único punto programático: exigir listas abiertas.

LISTA ALTERNATIVA / Contra todo pronóstico, la votación de los asociados dio a esta lista alternativa casi un 30% de votos. Ya como nuevo presidente del partido, David Bonvehí cerró el cónclave con un discurso en el que admitía sin tapujos la mala imagen que se había dado: «Ha habido cosas que no hemos hecho bien. Los partidos han de cambiar en el futuro, las herramientas han de cambiar para que no nos encontremos en situaciones como la vivida estos días».

La hija de Jordi Turull leyó leído una carta en la que su padre, junto a Josep Rull y Joaquim Forn, reiteran la apuesta por la Crida, el nuevo movimiento político que quiere impulsar Carles Puigdemont.