En la Moncloa llevan ya días redactando un documento negociador que, según puntualizan fuentes populares, se asemejará en el formato y algunos puntos al que Mariano Rajoy difundió el pasado mes de febrero para intentar, en aquella ocasión sin ningún éxito, atraer al PSOE y a Ciudadanos tras el 20-D. Las fuentes consultadas puntualizan que el texto incorporará ya algunas de las sugerencias que Rajoy pueda haber recibido de los distintos partidos la pasada semana o le hagan llegar en esta que comienza, en la que tiene previsto verse el martes con los líderes de Ciudadanos y Podemos, Albert Rivera y Pablo Iglesias, respectivamente, y seguramente también con el socialista Pedro Sánchez una vez cierren agenda.

La idea preliminar con la que se está elaborando la propuesta es dar especial relevancia a las áreas en la que se intuye que el acuerdo es más sencillo. Especialmente Europa y la postura española a defender en las instituciones ante desafíos como el ‘brexit’, la unión bancaria o fiscal y el apartado presupuestario y de cumplimento de déficit. Pero como ocurrió también el pasado febrero, se incorporarán cuestiones como políticas a desarrollar para el crecimiento y el empleo; el Estado del bienestar o la defensa de la soberanía nacional. Está por ver si vuelven a ser referencias tan genéricas como en aquella ocasión o Rajoy da la orden esta vez de entrar más en materia.

Sobre este último punto, algunos de sus colaboradores indican que se sopesa el admitir “retoques” en la legislación laboral -especialmente para actualizar la ley vigente a raíz de las sentencias que han ido emitiendo los tribunales en los últimos meses- y en la de pensiones, así como ligar el compromiso del mantenimiento del Estado del bienestar al proyecto de un nuevo modelo de financiación autonómica, que los conservadores creen que debe basarse en la cobertura de un paquete básico fijado y pactado de servicios públicos. Las prestaciones que no estuvieran recogidas en ese conjunto, dicen, deberían ser financiadas vía impuestos por unas autonomías a las que se les daría mayor competencia en ese campo.

Donde no pueden esperarse sorpresas, matizan, es en el punto que se refiera a la crisis independentista y las garantías de defensa de las leyes y de la Constitución que, por cierto, tampoco se descarta someter a una reforma “aunque con ciertos límites”. ¿Estará todo esto recogido en ese documento que se está ya ultimando?. No hay respuesta clara en estos momentos y se apunta a la relevancia que para tomar la decisión tendrá la actitud que, el martes, adopte Albert Rivera en su ‘cara a cara’ con Rajoy. Ciudadanos, pese a tener solo 32 escaños, se ha convertido en pieza clave para un PP con 137 que solo sumando con los naranjas podría esperar que los socialistas se replanteen su “no” inicial a la investidura del aspirante popular.

MESA Y PRESIDENCIA DEL PARLAMENTO

Lo cierto es que no puede decirse que, al menos hasta ahora, los conservadores hayan tratado a Rivera con sutiliza si es más relevante en la jugada del PP para hacer presidente a Rajoy de lo que a priori pudiera parecer. No fue uno de los primeros interlocutores del aspirante a la reelección ni ha habido gestos públicos para procurar el acercamiento. Más bien al contrario.

Tampoco es descartable que los guiños empiecen a llegar ahora, tras la cita Rajoy-Rivera y en vísperas de que se repartan los puestos en el Congreso. El grupo popular, por ser el que más escaños atesora, ya ha iniciado contactos con todos los demás partidos para ir diseñando el posible reparto de puestos en la Mesa -que incluye la presidencia del Congreso- o la constitución de grupos o su ubicación. Eso sí, los conservadores advierten de entrada que no van a “regalar nada” y que de entrada cuentan con presentar candidato a dirigir la Cámara. En el PP se ve a Jesús Posada con grandes posibilidades de repetir en el cargo. No obstante, ese sillón, como otras sillas de la Mesa parlamentaria, podrían ser objeto de negociación esta misma semana entre populares y Ciudadanos. Rajoy y Rivera.