L a comisión de reconstrucción social y económica para diseñar la España poscovid finalizó ayer con un éxito muy relativo. De los cuatro grupos de trabajo en los que se organizó, solo en dos PSOE y PP lograron ponerse de acuerdo para enviar un mensaje de unidad a los ciudadanos. Tras casi un mes de negociaciones para definir las medidas necesarias para revertir la crisis provocada por la pandemia, los dos grandes partidos consiguieron muñir acuerdos en sanidad y políticas europeas, una paradoja después de los choques entre unos y otros por las ayudas de Bruselas. En las otras dos áreas, economía y políticas sociales, no hubo manera de acercar sus posiciones.

Los partidos gubernamentales, PSOE y Podemos, solo pudieron sacar el capítulo económico (con sus socios de investidura y Ciudadanos), pero el de políticas sociales, pese a la gravedad de la situación, cayó porque la medida que señalaba que la escuela concertada no podrá recibir las ayudas del covid sembró la discordia.

El PNV solo apoyó el capítulo de la Unión Europea, porque en el resto vio «medidas para recentralizar», una crítica que compartió ERC, que intuye problemas para pactar los Presupuestos del 2021 con el Gobierno si continúa con el freno echado, en su opinión, en las políticas económicas de izquierdas. Ciudadanos, que vive algo así como una luna de miel con la Moncloa, no cedió al final en el paquete social por la concertada (172 síes ante 175 noes).

En materia sanitaria, socialistas y populares pactaron siete enmiendas transaccionales, entre otras, aumentar con carácter general las plantillas de la sanidad pública y crear una red de laboratorios de microbiología (como en Alemania) y una Agencia de Salud Pública que pueda centralizar información y servir de apoyo a las autonomías. Lo apoyaron 256 diputados frente a 88 que lo rechazaron.

En el capítulo europeo, el que más respaldos obtuvo (276 frente a 59), PSOE y PP dejaron por escrito la necesidad de que la Unión se implique en la salida de la pandemia y que España «mantenga su compromiso con el cumplimiento de las reglas del Pacto de Estabilidad y Crecimiento, con el saneamiento de las cuentas públicas y la reducción del nivel de deuda pública».

El PP rechazó pactos en economía y políticas sociales porque vieron cesiones «insuficientes» por parte del PSOE. No obstante, en la parte económica, los socialistas y Podemos lograron el respaldo de algunos de los socios de la investidura de Sánchez, como Compromís y Más País, y sumaron a Cs, logrando aprobar el documento por la mínima (169 votos a favor y 168 en contra). Acordaron pedir que se cumplan los plazos de pago de la Administración con sus proveedores y la recomendación de suprimir la regla de gasto durante este año y el que viene, y permitir utilizar el superávit de ayuntamientos y autonomías en gastos derivados del coronavirus.

Antes de las votaciones, la mañana había empezado con la sesión de control y con muchos aplausos. Los hubo festivos y también irónicos y competitivos. Sánchez llegó al hemiciclo y, como la víspera en la Moncloa, fue recibido con regocijo. La bancada del PSOE y la de Podemos quiso celebrar así el fondo de reactivación que los Veintisiete habían aprobado.

Casado rebajó la euforia y dijo que el socialista había prometido «un billón y medio sin condiciones» y que había vuelto «con un rescate en toda regla». La estrategia del PP es equiparar esas ayudas al rescate bancario que Mariano Rajoy tuvo que pedir en el 2012 en la crisis financiera. Una filfa, ya que obvia que la mitad de los 140.000 millones de los que podrá disponer España será en transferencias directas que no deberán ser devueltas y la otra mitad (que el Gobierno tiene que decidir si usa), en préstamos. Además, es un plan que beneficia a todos los países, no una ayuda extraordinaria para España, como fue hace ocho años.

El líder del PP dijo que el acuerdo, que pese a todo celebró, se produjo gracias a «tres mujeres» del Partido Popular europeo, en referencia a la presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen; la cancillera alemana, Angela Merkel, y la presidenta del BCE, Christine Lagarde. La frase arrancó un aplauso burlón de socialistas y morados. Al acabar, Casado también tuvo su ración de vítores de su bancada.

Sánchez contestó que era cierto que había defendido que la cifra de las transferencias fuera de 500.000 millones y al final solo será de 390.000, pero que, pese a todo, el pacto es «un 95%» beneficioso para España y «un 100% para Europa». En cambio, añadió, la aportación de Casado en este episodio ha sido «del 0%».

El jefe del Ejecutivo cerró satisfecho la jornada aunque tuvo que escuchar, desde una conferencia en El Escorial, cómo su socio, Pablo Iglesias, le advertía de que no le gustan las invitaciones de los ministros socialistas al Partido Popular para que pacte los Presupuestos. Geometría variable, pero hasta cierto punto, vino a decir el líder de Podemos, un aviso que también ha hecho ERC estos días por los pactos con Ciudadanos. H