Llegó la hora del plan c. Tras el candidato en el exilio, Carles Puigdemont, y el de la cárcel, Jordi Sànchez, que no han podido, en ambos casos, ser investidos como president por la acción de la justicia española, la trinchera independentista prosigue su relato con Jordi Turull, en libertad, pero encausado. Junts per Catalunya (JxCat) ha elegido a alguien que la semana que viene, si todo sigue su derrotero, podrá debatir presencialmente -en pos del voto de la CUP que lo aúpe al Palau de la Generalitat-, pero sobre el que, al mismo tiempo, pende la espada del juez Pablo Llarena, presto a procesarlo, y por tanto, inhabilitarlo, como mínimo, a cuenta del 1-O, cuando el próximo candidato era consejero de la Presidencia. Un relato, el secesionista, que tiene como guinda la inhabilitación y expulsión de un presidente en ejercicio, una nueva muestra, narran los independentistas, de que España no respeta los derechos democráticos.

Para la activación del plan c había que guardar en el cajón el b. Y eso, acortar plazos, es lo que ha hecho JxCat, vía el propio Sànchez. La declaración de ayer ante el juez Llarena tenía en principio como objetivo persuadir al magistrado de que permitiera al número 2 de JxCat acudir al pleno de su investidura. Había que esperar el dictamen del juez y quién sabe si presentar recurso a altas instancias internacionales. A la postre, Sànchez aplicó cirugía de guerra y comunicó a Llarena su próxima renuncia al escaño. Sin escaño no hay opción de ser candidato, ergo urge el recambio.

Eso sí, que haya cambio de candidato no garantiza el éxito de la empresa. La última oferta (verbal) de JxCat a la CUP, consistente en planificar una cuestión de confianza al nuevo Govern a mitad de legislatura para comprobar el grado de cumplimiento y, en su caso, castigarle, no satisface lo suficiente a los anticapitalistas como para mutar su voto de la abstención al sí.

El diputado Carles Riera reiteró ayer que para la CUP no es una cuestión de nombres, sino de programa. Y la valoración que se hizo en su día del acuerdo entre posconvergentes y republicanos y de la propuesta de acuerdo con la CUP que se les hizo llegar era que el nuevo Ejecutivo emprendería el camino del «autonomismo».

No solo eso, los anticapitalistas han convocado de urgencia una conferencia política para «analizar la coyuntura actual» donde se prevén -a tenor de los tuits de los últimos días en que acusan a JxCat de tratar de negociar a base de filtraciones en lugar de hacerlo cara a cara- más cachetes que caricias a los posconvergentes en general y a Turull en concreto.

RENUNCIAS EN BRUSELAS / Dicho de otro modo, a pesar del cambio de candidato las cosas siguen igual. Al duopartito de JxCat y ERC les faltan dos votos para no depender de una CUP que está de uñas con ellos. Y esos dos votos se hallan en Bélgica, en manos de Puigdemont y Toni Comín. Fuentes independentistas señalaron que el hecho de que los puigdemontistas se hayan apresurado a activar el plan c indica que quizá el expresident tiene ya decidido ceder su acta, siempre en el bienentendido de que sería preferible mantenerla. De no ser así, la primera investidura sería fallida y empezaría a correr el reloj para ir de nuevo a elecciones.

Las dificultades, con todo, nunca vienen solas. Llarena, se encuentra a punto de culminar la fase de instrucción y de dictar auto de procesamiento. Cuando ello suceda, aquellos a quien el juez procese serán inhabilitados. Y Turull tiene bastantes números para ello.