De las 17 autonomías que se conformaron con la Constitución de 1978, solo hay una que lleva en su nombre una y. Tras esa conjunción se oculta una idea que desde hace 30 años persigue a la región: Castilla es Castilla y León es León. El leonesismo es un movimiento con tres décadas de historia, que tiene en Unión del Pueblo Leonés (UPL) su mayor exponente político, un partido que cree que la construcción de Castilla y León es una "aberración histórica, administrativa y democrática". Aunque el leonesismo llevaba tiempo dormido, ha vuelto a resurgir con la aprobación en el Pleno del Ayuntamiento de León de una moción que reclama la separación de León, Zamora y Salamanca de la actual Castilla y León para formar la Región Leonesa, en una suerte de derecho de autodeterminación.

Se trata del paso institucional más alto del movimiento leonesista y salió adelante con los votos de PSOE -al frente del gobierno municipal-, UPL y el concejal de Podemos, mientras que PP y Ciudadanos votaron en contra. A la moción en la ciudad de León le siguieron otras similares en otros ayuntamientos, y aunque el debate no es nuevo, el empeño del alcalde socialista de celebrar una consulta dentro del marco constitucional amenaza con provocar en Ferraz más de un quebradero de cabeza. De momento, la dirección socialista ha tenido que enviar a sus concejales en la provincia una carta en la que les pide no apoyar esas mociones por sus planteamientos "claramente inconstitucionales y contrarios al modelo territorial que defiende el PSOE".

No es la primera vez. Ya se aprobaron mociones similares en diputación y ayuntamientos en 1995, con el apoyo de concejales del PP y PSOE, o en 2006, también en la misma línea. "Lo que ha ocurrido ahora es una situación un tanto peculiar. Las mociones coinciden con negociaciones a nivel nacional del Gobierno con partidos territoriales y se produce un efecto altavoz", explica a EL PERIÓDICO Luis Mariano Santos, secretario general de UPL.

Una cuestión económica

"Las autonomías surgen con el interés de descentralizar y acabar con el centralismo. Aquí cambiamos el centralismo de Madrid por el de Valladolid, se centralizan todas las instituciones, generando profundos desequilibrios territoriales", asegura Santos. "Se saltaron la Constitución. Se pretendía generar una región muy grande para frenar al nacionalismo", insiste. El villano de esta historia es Rodolfo Martín Villa, ministro de la UCD, que en 1980 ya afirmó ante la prensa local lo que estaba por venir: "Con el corazón en la mano hubiésemos preferido votar por León solo, pero han primado las razones de Estado". Tres años después se constituyó una comunidad autónoma formada por nueve provincias. "Sabemos que no podemos hacer un referéndum porque no tiene encaje legal, y la única forma de preguntarle a la gente es hacerlo a través de sus representantes municipales", explica Santos.

Lo que esperan es que sus mociones tengan apoyo suficiente como para "obligar a PSOE y PP a sentarse a negociar". ¿Negociar qué? Es una cuestión de identidad, pero también de dinero. "Es evidente que si hubiese habido un reparto económico lógico en el que todos hubiéramos crecido al mismo ritmo no habríamos podido mantener despierto este sentimiento identitario", reconoce el líder de UPL. "Es la única comunidad que tiene una fundación para crear un sentimiento de pertenencia que no existe, adoctrinar", asegura, en alusión a la Fundación Villalar, cuya misión es "fomentar los valores esenciales de la Comunidad".

"Aunque sea miseria, yo quiero gestionar mi propia miseria. Peor que nos ha ido en esta comunidad autónoma, no nos va a ir", insiste el político. "El único camino que nos dejan es salir a la calle".

El precedente del PP

El líder del PP, Pablo Casado, aseguró que actuaría con "contundencia" frente a los concejales populares que apoyaron las mociones y aprovechó para reprobar la "deriva lamentable" del PSOE por pedir "que León sea autonomía". Pero no hace tanto que el PP tenía en sus filas a los mayores defensores del movimiento leonesista.

La postura del actual alcalde socialista de León parece ir en el cargo. En los orígenes del movimiento está otro alcalde, de Alianza Popular, que en los 80 alentaba al pueblo contra "ese engendro llamado Castilla y León". Juan Morano fue además líder de la llamada Plataforma Leonesista. Eran tiempos de manifestaciones en las calles contra la constitución de la nueva autonomía. La más numerosa congregó hasta 90.000 leoneses. En 1984, después de que varios senadores populares llevaran un recurso ante el Tribunal Constitucional y éste fallara que León no se separaría de Castilla, Morano aseguró que seguiría luchando por la separación dentro "de la más estricta legalidad".

Esa legalidad es tratar de impulsar, en el marco de la Constitución, el proceso de autonomía, pero su posible recorrido jurídico es dudoso. Cuando el Constitucional resolvió el recurso de los diputados populares no entró en el fondo de si León puede o no separarse de Castilla ni a través de qué vía podría hacerlo. A lo único que se refirió fue a corroborar que ayuntamientos y diputación pueden iniciar el proceso, pero no lo culminan: tendrían que entrar en la siguiente fase.

Y es aquí donde surgen las dudas. Los expertos consultados insisten en que el propio Estatuto de Autonomía de la región recoge requisitos para que un territorio pueda segregarse de Castilla y León para "incorporarse a otra comunidad autónoma", pero no hay mención a que lo haga para constituir una nueva. Es otro de los asuntos pendientes del modelo territorial.